Oviedo, Marco RODRÍGUEZ

José Alonso Naves es uno de los fundadores del Arenas de Manzaneda. Sin conocimiento alguno de fútbol sala, como él mismo reconoce, ya ha conseguido dos ascensos consecutivos y el tercero llegará oficialmente la próxima semana, cuando el Club Panadería Penlés anuncie su ascenso a la Liga nacional A, lo que supondrá la subida matemática de los ovetenses.

A sus 48 años sigue en activo como jugador, compaginándolo con el cargo que ostenta, director deportivo. Hace tres años, junto con un grupo de amigos, decidió comenzar un proyecto con el único fin de llegar a Primera, propósito que hoy por hoy ha superado con creces al estar prácticamente ascendidos a Liga nacional B. Nunca pensaron en cotas tan altas, pero la llegada al banquillo de todo un veterano en esta disciplina deportiva, Corujo, la filosofía del equipo cambió. Quién sabe adónde podrán llegar ahora.

-¿Cómo fue el comienzo de este sueño?

-Todo empezó cuando un grupo de amigos, Chema, Rodri, Vicente Moral y yo, decidimos hacer un equipo. Siempre estuvimos ligados de alguna u otra manera al fútbol, pero en este caso no teníamos conocimientos de fútbol sala. Cuando llegamos a Primera decidimos fichar a un entrenador y nos planteamos realizar una estructura que hoy por fortuna sigue dando sus frutos.

-Y tanto, porque en tres años de existencia sumáis dos ascensos más otro que llegará la semana que vieneÉ

-Aún falta la guinda. Esperemos que el Penlés, o si no es él, el Gijón Playas, suba a Nacional A. Es evidente que en tres años lograr ascender a Liga nacional es todo un éxito, algo impensable en su momento. Por ello lo celebraremos por todo lo alto cuando nos llegue la noticia, y si no es así, seguiremos disfrutando en Primera.

-Fue importante la llegada de Corujo al banquillo.

-Es, sin duda, el alma de este club. Su llegada marcó un antes y un después y significó una transformación en la filosofía del equipo. Sin él no estaríamos donde estamos.

-¿Y no hay roces con el entrenador en el vestuario al ser tú el director deportivo?

-No, para nada. Tengo muy claro el papel que hay que desempeñar en cada momento. Cuando estoy en el vestuario con el resto soy uno más en el equipo. Quien manda es el entrenador, y acato sus órdenes.

-¿Y con 48 años sigues vistiéndote de corto?

-Sí, pero jugar ya es otro cantar. Uno ya no tiene edad. Cuando vamos ganando por goleada Corujo me saca unos minutos, pero ya cuelgo las botas, y para el próximo año veré los partidos desde la grada.

-¿Soñáis con ser la referencia del fútbol sala ovetense?

-No, lo que deseamos es crear una estructura con una buena base. Poseemos un filial y estamos intentando hacer un equipo juvenil. Nuestra intención es pensar en el futuro, en una escuela deportiva. No pensamos en ser la referencia, somos un equipo aún muy joven, y además está el Txamón, con mucha más experiencia que nosotros y a quien aprovecho para darle la enhorabuena por su ascenso.

-¿Qué ha sido lo más difícil hasta ahora?

-Hubo dos momentos. Primero, la llegada de Corujo, ya que hubo gente que lo dejó porque no soportaba el ritmo competitivo. Y segundo, el final de esta temporada, porque nos confiamos demasiado al estar en la zona alta y la presión de ganar para ascender nos pudo, y no logramos el ascenso directo.

-¿Cuál es el siguiente paso?

Llegar a Nacional B y disfrutar de la categoría. Si llegamos a consolidarnos en la categoría intentaremos dar el asalto a la Nacional A. Pero de momento trabajamos por estructurar el equipo, creando una base y un equipo que en un futuro pueda representar a Oviedo en el fútbol sala.

-Para un futuro ya contáis con un himno...

-Así es. Empezamos a ponerlo en los partidos de esta temporada. Paco, el portero, compuso el himno, que resume un poco lo que es la filosofía del equipo, que lo importante somos los jugadores, la afición y la directiva y que representamos al pueblo y a la ciudad.