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Las enseñanzas de Gallardo

El exboxeador, que fue profesional del peso minimosca entre 1979 y 1983, expone sus conocimientos ante las jóvenes promesas del gimnasio Tíbet

Los niños Noah y Etham Álvarez hacen guantes con Fermín Gallardo. marcos león

Su vida ha estado rodeado de ganchos y directos. Subido en el ring desde 1970 hasta 1986, Fermín "Gallardo" García ha recogido un sinfín de experiencias que ahora comparte con los boxeadores del gimnasio Tíbet, uno de los más activos en la organización de veladas. Pero para el que fuese subcampeón de España amateur del peso minimosca en 1974 "nada tiene que ver el boxeo de antes con el de ahora", expone. Este extremeño afincado en Asturias desde hace medio siglo, llegó a completar más de 100 combates -15 de ellos como profesional durante 1979 y 1983, siendo su último combate ante Luis de la Sagra, campeón nacional y uno de los punteros de Europa-, pero una desviación del tabique nasal que le impedía respirar con normalidad, le apartó del ring. Una retirada que no le han quitado las ganas de seguir amando un deporte del que guarda un gran recuerdo ya que "si volviese a nacer, volvería a ser boxeador".

Ahora, pese a que en ocasiones hace guantes con el presente y futuro del boxeo gijonés, su perspectiva se centra en poner sobre el ring sus conocimientos. Pero todo ha cambiado de manera radical. "Cambió mucho, pero tienen que tener claro que el boxeo es un deporte de contacto, sacrificado y en el que hay que ser constante y estar siempre preparado", analiza. La exigencia en el presente, bajo su punto de vista, nada tiene que ver con los duros combates del pasado. Las distancias son abismales desde el número de combates que le exigían para alzarse con un peleado campeonato de Asturias hasta el material utilizado, en el que los guantes de piel de caballo ya eran un lujo al alcance sólo de algunos. "Estoy asombrado, si yo hubiese tenido estas facilidades y esta ropa de calidad, quién sabe hasta dónde podría haber llegado, pero lo cierto es que también hay cosas negativas ya que se ha perdido algo el espíritu de competición", lamenta.

El exboxeador , que está cerca de cumplir los 60 años, aún deja boquiabiertos a sus nuevos pupilos cuando los martes y los jueves se sube al ring para compartir sus entrenamientos ya que "les doy un ritmo alto cuando hacemos guantes y se sorprenden" comenta. Su intención es la de ponerles los pies en el suelo para que el boxeo no pierda su esencia de antaño, nada que ver con lo que visualizan en el presente. "Ahora quieren ser como Mayweather y sumar KO tras KO, pero eso no se busca, viene sólo, lo importante es llevar los menos golpes posibles y ganar, de la forma que sea", explica.

Gallardo ve a algunos boxeadores listos para marcar la pauta en profesionales como son los casos del flamante Aitor Nieto y de Pablo Fuego al que considera que "promete mucho". Es un mundo que conoce bien dadas sus vivencias en el pasado de la mano de Roberto Prieto, con el que dio el salto a profesionales junto a otros boxeadores como Dacal o "Gitano" Jiménez, entre otros. Para él todo empezó en los años 70 en La Arena junto a Sixto Barros, pero ahora quiere poner su granito de arena para que las nuevas generaciones mantengan la esencia del verdadero boxeo, el de antaño y, sobretodo, que no arrojen la toalla para luchar por un deporte con un espíritu especial.

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