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Una familia con valores

Alejandra Rodríguez comparte con sus hijas Carmen y Julia Polo, de 8 y 6 años, respectivamente, la pasión que siente por el rugby en el Cowper

Jugadoras del equipo senior del Cowper y de la escuela, en el campo de San Lázaro de Oviedo. JULIÁN RUS

Compañerismo, respeto, lealtad, integridad. Son muchos los valores que se asocian al rugby, un deporte muy arraigado en el Principado desde hace ya varias décadas. La historia que van a leer a continuación tiene tres protagonistas: Alejandra Rodríguez, Carmen y Julia Polo. Y, como toda historia, tiene un inicio. ¿Cuándo? ¿Dónde? Sucedió hace casi dos décadas cuando Alejandra decidió aceptar una beca de la Universidad de Oviedo para atender a sus equipos deportivos, entre ellos el Cowper Universidad de Oviedo, como fisioterapeuta. "Salieron seis becas y fui la única que eligió como primera opción el rugby", indica Alejandra, que añade que "no me arrepiento de nada, fue la mejor opción".

Desde ese momento se empapó de este deporte, de sus valores, de lo que significa, algo que ahora "quiero inculcarles a mis hijas". Y es aquí donde entran en juego Carmen y Julia, sus dos hijas, y las otras protagonistas de la historia.

Y es que "desde esta temporada mis hijas y yo estamos entrenando con el Cowper, y estamos encantadas", dice Alejandra.

Carmen es la mayor y tiene 8 años. Julia suma 6 y Alejandra, 37. "Empecé yo por ellas y no al revés", explica la madre, que forma parte del equipo senior femenino del Cowper, mientras que sus hijas están dentro de la escuela, el primer paso para adentrarse y conocer el mundo del rugby. "Yo llevo 18 años vinculada a este deporte por mi trabajo, y decidí apuntar a mis hijas a la escuela del Cowper. La idea es compartir con ellas este deporte e intentar inculcarles los valores del rugby, que pasan por el compañerismo, el ayudar a los demás, entre otros", subraya Alejandra. "Me parece algo romántico", añade. Alejandra, además de en el Cowper, coordina a los fisioterapeutas de la Federación Asturiana de Rugby.

Ninguna de las tres, por el momento, está federada, pero eso podría cambiar en los próximos días. "Yo estoy pensando en jugar el Seven de Grado y sería mi debut oficial", apunta Alejandra. Si no fuera así, "la próxima campaña nos federaremos las tres", sostiene. "Yo tengo muchas ganas de debutar", dice. Y a buen seguro que Carmen y Julia, también.

Por motivos laborales, Alejandra solo puede ir un día a entrenar, los jueves, de 18.00 a 19.30 horas, un espacio que comparte con sus hijas. "Entrenamos en San Lázaro y una parte del campo es para el femenino y la otra para la escuela", explica Alejandra, que reitera que "mi intención es inculcarles los valores del rugby a mis hijas".

Carmen y Julia también entrenan y comparten con pasión este deporte con su madre, la que le pone Alejandra en cada entrenamiento. Pero hay mucho más, porque "solemos ir a los partidos, compartir momentos con el resto de jugadoras". No en vano, es algo que llevan haciendo desde que eran pequeñas.

Otra de las claves del éxito del rugby es el vestuario. Y en el Cowper no iba a ser menos. "Claro, con mis compañeras genial, son una maravilla", señala Alejandra, que se nota que disfruta hablando de rugby, un deporte que le marcó hace ya casi dos décadas y que ahora quiere que le marque también a sus hijas.

Es jueves y ninguna de las tres se pierde el entrenamiento en San Lázaro. "Vamos las tres encantadas", indica. De momento, Alejandra y Carmen y Julia seguirán disfrutando del deporte oval hasta que la próxima temporada hagan su debut en competición oficial. Quizás sea algo secundario, ya que lo principal es que madre e hijas compartan un deporte y los valores que lleva asociados.

El tiempo dirá hasta donde llegan cada una de ellas, pero lo que ya nadie les quitará de su particular historia es esta experiencia de compartir el rugby. Ahora se dedican a entrenar cada semana a la espera de su debut oficial, imagen que también guardarán en la mente de cada una para siempre. Como esta historia, su historia.

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