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El salto a la élite de Javier Muñoz

El atleta, finalista en el reciente Nacional de pista cubierta de 400 metros, superó dos graves lesiones

El salto a la élite de Javier Muñoz

El nombre de Javier Muñoz a un seguidor del deporte en Asturias le sonaría a futbolista del Real Oviedo, pero en Oviedo hay otro Javier Muñoz, y de segundo apellido Isla que forma parte de la elite deportiva en España.

Un atleta de 24 años que está terminando de estudiar la especialidad de formación profesional de Audiología Protésica para ayuda a las personas con problemas de audición y que sólo alza la voz para denunciar "la gente conoce menos a los atletas de pista que a los fondistas de la carreras populares y creo que no se nos da la relevancia que deberíamos tener".

El atleta del Universidad fue sexto en la final de 400 metros del Nacional de pista cubierta, disputado recientemente en Antequera, y está preseleccionado para los Juegos Europeos de Minsk que tendrán lugar en Junio en la capital bielorrusa. "Me haría mucha ilusión ir. A ver si me llevan", señala y lo hace mientras muestra un correo electrónico en el que la Federación Española le insta a tener su pasaporte en vigor. Una internacionalidad que jamás se le pasó por la cabeza al carbayón cuando se inició en el atletismo en el Colegio de las Teresianas y donde Patricia Suárez, entrenadora del Oviedo Atletismo le convenció a un futbolista para saltar y correr sin perseguir un balón. Eso sí con la inestimable ayuda de su madre a la que le atraía más el atletismo que el fútbol y que ahora viaja con su marido arropando a su hijo cuando hay Campeonato de España.

Y decíamos saltar porque los inicios de Javier Muñoz no estaban ni mucho menos en las pruebas de carrera, sino en el salto de longitud en donde brilló a nivel nacional con un tercer puesto siendo juvenil en el Nacional de pista cubierta de 2011 disputado en Zaragoza. Y es que parecía que su trayectoria iba a seguiría los pasos de Yago Lamela al que nunca había visto saltar cuando una inoportuna lesión se le cruzó en el camino. Le molestaba la espalda y la zona del sacro y se encontraba incómodo cuando se entrenaba y competía. Una resonancia magnética desveló el problema. Padecía una fusión de apófisis y sacro. El salto de longitud debía aparcarse. Y tocaba reconvertirse de saltador a corredor.

Empezó con la prueba de 200 metros, pero no se encontraba cómodo y sus marcas eran mediocres hasta que su actual entrenador Fernando Osoro le propuso correr una prueba de 400 metros en el campeonato de Asturias. Bajó de 50 segundos en su primera carrera (49.84). Era 2016. Había descubierto su prueba y el atletismo asturiano un talento en ciernes en una prueba tan dura como la de vuelta a la pista.

Ya por aquella época había dejado la camiseta del Oviedo tras el desmantelamiento de la sección masculina del equipo naranja y se había ido al Universidad junto a Osoro al que al que califica como su "padre deportivo".

Pero Zaragoza y una lesión se iban a cruzar de nuevo en su camino. "Había corrido el relevo 4x400 y estaba festejando el ascenso a División de Honor con mi equipo el Universidad cuando se me quedó una de las zapatillas clavadas en el tartán y gire el tobillo". Resultado: Fractura de astrágalo. Tratamiento: soldar el hueso con una escayola. Consecuencia: Le impedía acudir al Nacional y le quedaba una dura rehabilitación por delante. Un largo proceso del que no veía fin porque las molestias persistían. Gracias a unas amistades acudió a la Clínica "Salutem" de la doctora María Elisa Hernández. Estaba a punto de romper el tendón de aquiles por una deficiente recuperación. El descanso y un tratamiento adecuado resucitaron a Muñoz que poco a poco empezó a mejorar su marca en 400 metros.

En 2019 la ha dejado en 47.96 en pista cubierta y tiene 47.66 al aire libre de la temporada anterior. Hasta que llegó la cita cumbre del invierno en Antequera. "Sabía que si no me tocaba en las semifinales con Husillos o Bua podía luchar por meterme en la final", rememora. Y lo hacía realidad ganando su serie con 47.99 y batiendo a internacionales como Fradera, Ujakpor o Rocandio. "Y sí la semifinal es la carrera que más valoro como atleta de cuantas hice", afirma. En la localidad malagueña prácticamente había igualado su marca invernal . Restaba la final: "Husillos me dio la mano en cámara de llamadas, también Guijarro y el padre de Lucas Bua que es un entrenador me felicitó". Confiesa que en su fuero interno pensó que ya había cumplido metiéndose en la final y que acusó el esfuerzo de dos carreras en dos días, pero que sostiene que "si te acomodas o te conformas con lo que tienes no mejoras ". Muñoz fue sexto con un tiempo de 48.17.

Confiesa que aún le queda margen de mejora en la prueba y que "antes corría pensando en no pasarme en el primer 200 metros para no pagarlo en el segundo 200 y ahora trato de llevar toda la prueba a ritmo alto y llegar con fuerza a la recta de meta". Lo hace a menos de 12 segundos cada 100 metros. Y que le gusta ya más los 400 metros que el salto de longitud. Entrena por las tardes en el CAU, rodeado de atletas de La Santina, y cuando puede le gusta escaparse con su pandilla de amigos al pueblo de Carrandi en Colunga donde veranea.

Tiene un referente en el récordman asturiano de la prueba David Testa (47.07 en pista cubierta) al que ya tiene cerca y sueña con lograr batir el récord de Asturias del gijonés con 46.36 al aire libre. Ese es su objetivo a medio y largo plazo, mientras a corto es seguir arrimando el hombro para el equipo en la liga de clubes y continuar limando décimas a su marca.

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