José Luis Alonso, es el más joven de los cuatro pastores que aún producen queso en los Picos de Europa. Es el último de una estirpe de ganaderos que desde hace 6.000 años moldean con su actividad ese paisaje tan apetecido por cuantos se fabrican una vida bucólico-pastoril en Instagram. Detrás de la foto turística hay otra vida donde los animales mueren, porque el hombre come animales, donde el lobo es la ruina para el hombre y no la encarnación de lo salvaje, donde... José Luis lo cuenta como nadie. Con sus palabras.

José Luis Alonso  , 27 años, hace queso gamonéu del puertu en la majada de Gumartini, cerca de los Lagos. Heredó del güelu el oficio de pastor. Es el más joven de todos los que construyen el paisaje del parque nacional de los Picos de Europa. Es el último heredero de una tradición que tiene más de 6.000 años de historia. Su quesería se llama Uberdón. José Luis se cuenta muy bien. Aunque admite que, a medida que habla, a medida que avanza este monólogo nada pastoril, bien pegado a la realidad, va calentándose:

Yo no me escuendo pa nada. Yo soy ganaderu y seré burru como sea, pero siendo buena gente. Yo no me avergüenzo. A mí pregúntanmi en mediu Oviedo mil personas ‘¿qué eres?’ y digo: pastor. Y qué, ¿qué tien? É como el que vende perfume en una tienda, el que saca carbón o lo que sea. Ninguna profesión tien que avergonzase nadie de ella. Nunca me avergoncé pero pa nada. Yo conocía a una chavala y dicía-i la verdad: quiero ser pastor. Llevo ya ocho años con una chavala ya. Llámase Cristina. Y ella acabó el MIR el otro día, pa médica. No estoy diciendo mentiras. Alguna digo, pero esto no. É de ahí de Sobrepiedra, de Parres. Acabó el MIR el otru día. I-gustan los animales muchísimo. Y trabajadora no la hay más. Y ella no se avergüenza de mí pa nada. Y yo no me tengo de qué avergonzar”.

La historia mía va a ser siempre igual. Son dos cosas las que pedimos aquí, limpiar monte y matar llobos. Na más. Piensa la gente que nos quejamos por viciu, pero es que con el llobu no tenemos vida. Los animales con el llobu no tienen vida. La libertá é fundamental. Para las cabras sobremanera. Y aquí, ahora, das libertá con los mastines, pero los mastines no es un puntu cien por cien que ti garantice que no ti mate el llobu. Los mastines ti los pueden defender pero venti el llobu una noche, cuatro o cinco llobos, y por mucho que un mastín defienda, entre la espantada, la que rompe una pata, la que se machaca o la que aborta, eso ye tou perjuiciu pal rebañu”.

“Hay que matar llobos. No é ser mala persona, é que tenemos que vivir”

“Félix Rodríguez de la Fuente era una persona sabia. Sabía lo que era la naturaleza y lo que era tou. Pero es que ahora ser animalista es no tocar un animal, no matar. ¡Pero es que nosotros pa comer tenemos que matar! Los llobos hay que matalos. Aunque suene mal hay que matalos. No es ser mala persona, é vivir. ¡Que é vivir! Lo que no puede ser é que por proteger un animal, joder familias. ¿Entiendes? Aquí en los pueblos, vivimos. Y yo estoy solu pa atender ovejas, cabras y vacas. En una casa donde hay cuatro o cinco personas, bien. ¿Pero el que está solu? Diranti: pues dedícati a otra cosa. Y yo: no. No me tengo por qué dedicar a otra cosa. Me dedico a esto. Que los de antes se dedicaban a esto y no había llobu. ¡Que no me vengan con historias!

“No me planteé hacer una quesería abajo, en valle. En un futuro muy lejanu, igual. Pero en lo que yo tenga salú y pueda defendeme allí arriba… ¡Como si tengo que llenar la vega de mastines! Como no cambie esto acabaré llevando cincuenta ovejas con cuatro mastines o cinco y unas vacas y unas cabras. Tengo mastines porque no me queda otra cosa, es un modo de ir sobreviviendo. No é una garantía. Yo no puedo cuidar las ovejas. Yo no puedo perder el tiempo en estar mirando para las ovejas como hacen muchos. Si estoy ahí no estoy haciendo otra cosa. Tengo que estar haciendo más cosas. Las vacas, las ovejas, las cabras… Los pastores antes cuidaban las ovejas cuando parían por aquí abajo, pero nunca se cuidaron las ovejas en el puertu. Nunca. Y ahora tienes que estar con ellas para que no te las mate el llobu. La gente de fuera piensa que los pastores somos gente que vivimos con las ovejas y las cabras y no é así. Nosotros tenemos vida. El día de mañana querrás tener un hijo, una casa, un fin de semana donde poder ir y dejar los animales en la mano de un amigo… Ví comentarios en Facebook que decían: que las ciuden, que es el deber de ellos, que son pastores. ¡Que las cuiden, no! Yo no tengo por qué cuidar a las ovejas de un animal que queréis defender vosotros. Yo no vos lu cebo, ¿entiéndesme? É la diferencia que hay”.

José Luis Alonso Julián Rus

“La gente de la ciudad se está cerrando en un círculo que na más que quieren animalismo y animalismo y animalismo. Piensan que muchos ganaderos somos malos pa estos sitios. Nos tratan como un pocu salvajes. No somos salvajes. Aquí hay que vivir todos. Los animales se mataron igual que los criamos, hay que vendelos, comprar… Esto funciona así. Sin embargo, la gente te dice: ¿qué haces con los animales que no te valen? ¿Los vendes? ¿Pero para donde van? Pues no sé, irán para el mataderu, digo yo. Pero bueno, ¿cómo se te ocurre? ¡Y dónde van a if! ¿vamos a tener, un zoo de animales? Esto é tou una cadena: crías, vendes, compras, matas. É como toda la vida se hizo. Y con el monte igual: hay que limpiar, se quema, mantenerlo todo bien”.

“Ellos, los turistas, suben ahora en el Alsa y quieren sacar una foto con una vaca y con el lagu con un mastín o con una oveja, nada más. Y vánse con esa imagen. No piensan que aquí a unos años, cuando vengan, igual no pueden venir cerca’l lagu porque va a estar llenu de un cotollal. ¿Me entiendes? O no heba vacas. O no haga mastines ni ovejas. Antes había muchísimas ovejas y ahora están allí cuatro ovejas, las mías y las de otros dos. No, no sé lo que pasa en la ciudad. Pero los de la ciudad cuando vienen a un sitiu deberíen de informase de cómo está la situación”.

“Quieren foto del lagu, pero igual cuando vuelvan é tou un cotollal”

“También tengo compradores que-yos tengo muchísimu apreciu, que nos valoran el trabajo que hacemos muchísimu. Esos compradores, cuando vean el año que viene como está subiendo el piensu, que está subiendo tou, verán que el quesu va a tener que subir y mi lo van a pagar. Yo me quedo con esos. El que quier quesu gamonéu lo paga porque sabe lo que hay detrás de esi quesu. Porque el quesu é una tradición. É tou un modu de vida de va muchísimos años”.

“Que maten llobos y que limpien el monte na más. Antes había pastores y se prendía fuego. En parque se prendía un matín igual de un metro cuadráu. Se prendía, se quemaba y estaba. Y estaba el puertu limpiu. Pero ahora prendes un matín y es que quema el puertu enteru.. No quemaba lo que quema ahora. Claro, un mecheru que se prenda sin querer igual haces una quema de la virgen. Pero antes los pastores iban, quemaban aquí, quemaban allí y ningún guardia ni nadie les decía nada. Yo tengo guardas que merecen el cielo porque son buenísimos, pero hay algunos que, como traen una placa o traen una chaquetina ya hinchen el pechu. É diferente tou. Ahora yo creo que la gente no es como antes. Antes igual prendías un fuegu, me contaba mi güelu, y la gente no se ponía como se pon ahora. Dejábante. No miran pa nosotros pa nada. Mira, quitas una piedras... Hace unos años quité una piedra con el coche, la agarré con una cuerda la amarré a una bola, la arrastré pa pasar a por una oveja que me había roto una pata y pasé. Cuando vini ya estaban allí llamándome la atención. Entras a una vega, una vega que é donde tu estás pa hacer el trabajo tuyu por no subir las cosas a espaladas y ya no gusta”.

“A veces en entrevistas paso de entrar en política. Yo cada día los puedo ver menos. De política no entiendo nada. Yo nada más que entiendo y quiero al que nos deje vivir. E lo únicu que quiero. Nada más. ¿Cuánto nos cobren de impuestos? Nos abrasan a tou. Yo no sé. Me acabo calentando y me pongo de mala hostia y después el que queda mal soy yo. Yo lo único que quiero é que quiten los llobos y limpiar. No pido más”.

“No me planteo dejalo, pero a veces desanímeste cuando ves una matanza igual de cuatro o cinco ovejas y te jode. Y después sale el consejeru o quien sea diciendo tonterías y te pones de mala hostia. ¿Pa qué están ellos? ¿A quién protegen ellos? Tendrán que protegenos a nosotros, pienso yo. Está bien que hay especies que hay que proteger, pero por encima de todo estamos los humanos, ¿no? Yo no lo sé… Los consejeros yo no sé. Saben vender y hablar, vender historias. Eran buenos pa hacer cuentos, son bravísimos pa eso. Cuentos, eso sí. Y películas”.

“Mi guelu ahora tien ochenta y pico años, ya me ve montáu en ello y dice que siga. Cuando empecé si, decíenme: eres un chaval tienes poca cabeza. Tengo poca cabeza ahora, tovía poca chapeta. Pero te voy a decir una cosa: yo tengo una prima y la bajé a buscar al instituto hace unos días y te quedas asustáu de la juventud. Veslos ahí paraos, no tienen espíritu. Veslos y dices: ¿esta gente qué futuro querrá tener? Veslos y dices tú: pues querrán estar aquí de mama y papa hasta que empiecen a cobrar otra vez ellos. Lo veo mal. Muy mal”.

“¿Cómo va a haber gente en los pueblos? Si los chavales que están en los pueblos, y yo entiéndolo, optan por marchar a trabajar fuera. El que quiera tener una vacas por caprichu tendrá unas vacas. O unas cabras o unas ovejas. Marchen y así un sueldu fiju tienen por lo menos. De la manera que están haciendo esto no puede nadie quedarse. Yo no valdría pa estar en una ciudá, oyendo coches pasar palante y patrás. A mí, los primeros días que me llevaran pa la ciudad teníen que marráme como un perru, iben a atropéllame los coches. Si me llevan a trabajar a la ciudá, lo primero que me tien que poner el jefe ye un arnés, un chalecu y unas luces”.