Pilar Díaz Junco se convirtió en la primera alcaldesa de Cangas de Onís y de toda la comarca del Oriente el 15 de noviembre de 1988, cuando el fallecimiento repentino del regidor Juan Antonio Vega Díaz hizo que corriera la lista por la que se había presentado (entonces Alianza Popular). Se hizo con el bastón de mando cangués en una época que hoy casi podría calificarse de legendaria: el retorno del final en los Lagos de la Vuelta Ciclista a España y la visita a Covadonga del papa Juan Pablo II en agosto de 1989. Los paisajes del concejo cangués reventaron de belleza las retransmisiones televisivas de una época sin cadenas privadas, donde toda la audiencia se concentraba en torno a TVE. El país entero descubrió Cangas de Onís. Esta mujer elegante, que también fue diputada regional por el PP, se dedica hoy al encantador hotel que regenta en el concejo. Vive apartada de la política. Tiene sus razones:

-La política que se está haciendo ahora no me gusta. Es mala, sucia, fea. Casi te enfrenta antes de empezar a hablar. No me está gustando lo que estoy viendo. Yo sigo siendo del PP y quizás ahora mismo, por cómo se están desarrollando los acontecimientos, estoy más convencida de ser del PP. Esos extremos que se están formando a mí no me gustan. Me están preocupando mucho. La radicalización de la derecha me preocupa. Lo mismo que la radicalización de la izquierda. Espero que esta gente que está aquí tirándose al monte un poco, rectifique. Hay que ser más diplomático. Tanto enfrentamiento tampoco es bueno. Me da que pensar hasta dónde podemos llegar.

-Cierto, ya llegamos una vez en 1936.

 -Ahí, ahí, ahí te voy. Con los radicalismos igual terminamos haciendo una idiotez. Tengo buenos amigos que no piensan como yo políticamente. En política me llevé genial con gente que era lo más opuesto a lo que yo estaba defendiendo. Pero las personas tenemos que ser razonables. Tú no tienes por qué ser enemigo del que no piense como tú. Por eso no me gusta la política que hay ahora. 

-¿Se sintió usted discriminada? Cuando empezó había pocas mujeres con mando en política.

-No crea que lo de ser mujer a mí se me echó en falta. Nunca me sentí, por ser mujer, más distinta o discriminada. O peor o mejor tratada. A lo mejor al abrir la puerta muy educadamente. Pero después de sentarte en una mesa a funcionar nadie se acuerda si eres mujer o hombre. Nunca tuve ningún problema, fíjate. Y casi siempre era la única mujer en las reuniones grandes. De feminismos no entiendo mucho. Yo soy más de estar en donde esté porque tengo que estar, no porque sea mujer. No estoy a favor de las cuotas. Estoy a favor de la valía del que esté ahí, sea hombre o mujer. La cuota famosa no me parece que sea motivo para meter a alguien en una lista para un cargo. Tiene que ser el mejor dotado para ese cargo. Yo fui diputada regional por el PP y llevaba el área de Asuntos Sociales y no entendía por qué tenía que haber un día de la mujer trabajadora y no el de todos los trabajadores. ¿Hay el día del hombre trabajador? Pues ya lo tienes.

-¿Las españolas siguen estando discriminadas?

-La mujer estuvo maltratada y sigue estando por el tema de la maternidad, por ejemplo. La maternidad es un hándicap. Eso hace que tenga una situación que no tiene el hombre. Las mujeres mejoramos. Estamos mejor pagadas. Ya no hay aquellas diferencias salariales que había. No tenía sentido que ganase más un médico varón que un médico mujer. Eso ya se acabó, gracias a Dios. Pero yo creo que quizá nos estamos pasando de frenada porque posiblemente la mujer ahora tiene unos problemas que no tendría porque tenerlos. Por ejemplo, las chicas ahora ya no quieren tener hijos precisamente por lo que te estoy contando. Porque a lo mejor tienen una profesión estupenda y esa profesión puede tener un parón y no vas a tener un progreso de su trabajo si tienes hijos. No sé si es bueno o malo, pero demográficamente ahora tenemos una caída importante.

 -¿Cuánto cambió el turismo en Cangas de Onís?

 -Mucho. El turismo que teníamos hace 40 años estaba centrado casi exclusivamente en la pesca del salmón. Ahora hay mucho turismo de deporte. De aquella no había descenso piraguas y todo eso. En cambio, sí se vivía mucho del salmón. Era una fuente de riqueza importante. Había hoteles que vivían del salmón. Venía gente de buena economía, que tenían en Madrid grandes empresas o buenos negocios, profesiones de nivel. A lo mejor venían cuatro o cinco amigos a pescar y se pasaban una semana de hotel en Cangas. Comían, bebían, gastaban y llevaban con ellos a un equipo de cuatro o cinco ribereños que vivían toda semana a cuenta de ellos y les daban buenos ingresos. Hoy en Cangas bajó totalmente el tema del salmón. Se acabó el río, se acabó la pesca. Se acabó hoy aquello que era un recurso económico importante en la zona.

Pilar Díaz Junco Julián Rus

-A usted le tocaron dos hitos en la historia local canguesa: el regreso de la Vuelta a los Lagos y la visita de Juan Pablo II. 

-Las primeras retransmisiones fueron gloriosas. Eran una pasada. Había unas panorámicas de los Picos, de Covadonga y de Cangas que eran impresionantes. Nos dimos a conocer mucha gente que antes no sabía dónde estaba Cangas. Y luego la visita del Papa fue un golpe de gracia. Yo soy creyente, sí. Y practicante. Para mí fue lo mejor de mi etapa de alcaldesa. Yo digo que la alcaldía mereció la pena por muchas cosas, pero la principal fue por recibir al Papa. Fue una emoción para mí y para mucha más gente, claro. Recuerdo que cuando el helicóptero tocó tierra en el campo de fútbol había algunos que no eran demasiado píos y estaban llorando. Era emocionante. De esa emoción que no sabes por qué te llega. Se te pone la piel de gallina. No sabes por qué. Era sólo un señor con un hábito blanco. Ya le digo que vi gente llorando que sabía quiénes eran y no eran precisamente de los que se comían los santos. Él era una persona que transmitía cariño. Podías hablar con él, no costaba trabajo. A mí me cogía las manos y me hacía así: “¡Una alcaldesa, qué bien! ¡Una alcaldesa!” Y yo pensaba: “pero bueno, este señor, qué puede saber él lo que es un alcalde”. Pero era cercano, una persona cercana. Nos costó mucho recibirlo. Manolo Ponga, que era entonces el Delegado del Gobierno, me llamaba cada cinco minutos diciéndome: “Pilar, ¿nos queda alguna trocha, algún camino, alguna senda que no esté controlada?” Era terrorífico pensar que podía tener algún accidente, algún atentado. Teníamos que tener un cuidado extremo por aquel hombre, de que llegase vivu y se fuera vivu de aquí otra vez. Manolo Ponga no dormía por aquello. Controlar Oviedo o La Morgal era relativamente fácil, pero date cuenta que él se quedaba a dormir en Covadonga y todos los accesos a Covadonga tenían que estar blindados totalmente.

-Ya que habla de Covadonga, ¿cómo ve el futuro del santuario?

 -Dese cuenta que Covadonga no tiene casi ni aparcamiento. Es que es increíble. Se compró una finca abajo. La finca de les Llanes. Costó un pastón y ahora está cayendo la casa y la finca es un ortigal. ¿Por qué se hacen las cosas así? ¿Por qué se hace un proyecto y muere antes de nacer? Yo no sé lo que hay que hacer, pero hay que hacer algo. No se puede quedar como hace 100 años.