La convivencia de osos y humanos fascina a los turistas: "Lo que pasa aquí es un ejemplo para muchos lugares"

El naturalista Reno Sommerhalder ve Asturias como "un espejo en el que mirarnos"

Chema Díaz y Reno Sommerhalder en Riomolín, Cangas del Narcea.

Chema Díaz y Reno Sommerhalder en Riomolín, Cangas del Narcea. / D. Álvarez

Cangas del Narcea

"Si fuera un oso querría vivir aquí". Así de claro lo tiene el especialista en osos, guía de observación, además de cineasta, escritor y ecologista, Reno Sommerhalder, suizo de nacimiento, pero afincado en Canadá, en el parque natural de Banff, en la Montañas Rocosas, desde hace cuarenta años. Un hombre que durante las últimas tres semanas ha estado recorriendo los montes del Suroccidente para observar al oso pardo y mostrarlo a diferentes grupos de turistas llegados de su país natal y de la vecina Alemania. Un recorrido que han podido realizar con el apoyo del guía de ecoturismo local Chema Díaz.

"Lo que nos atrae de aquí es la naturaleza, tanto la vegetación como la fauna, que es muy diferente, además de la cultura de la zona. Para mí es un privilegio poder viajar aquí y ver lo que la gente piensa del oso y cómo ha sido la relación con él, hemos visto el cortín (un tipo de construcción) para proteger las colmenas y es algo asombroso, un lugar que no tiene carreteras para llegar", resume el naturalista, que aclara que al final el atractivo de viajar a Cangas del Narcea es el conjunto de lo que ofrece y no solo la mera observación del oso, puesto que asegura que el comportamiento del plantígrado es "muy similar en todos los lugares en los que habita y físicamente también se parecen, aunque aquí son un poco más pequeños".

Chema Díaz y Reno Sommerhalder observan la ladera frente a Riomolín.

Chema Díaz y Reno Sommerhalder observan la ladera frente a Riomolín. / D. Álvarez

Sommerhalder viaja por el mundo observando osos. De hecho, presume de haber tenido unos 15.000 encuentros con osos grizzly en los últimos 35 años. No obstante, destaca una importante característica que hace que la visita a Cangas del Narcea tanto para él como para los turistas que han llegado en los últimos días haya sido sorprendente: la proximidad con la que conviven osos y humanos. "He visitado muchos sitios donde hay osos, pero no hay gente. Lo que pasa aquí es un ejemplo para muchos lugares de cómo es posible manejar una población de osos más o menos cerca de los humanos sin mucho conflicto".

Durante sus visitas al Suroccidente desde hace años, aunque esta es la primera vez que trae grupos de turistas, ha podido hablar con los vecinos y ve que en general "no hay miedo al oso, se acepta su presencia, más bien veo que es una celebración de la naturaleza". Precisamente, para él lo más importante de esta especie es lo que simboliza: "Es uno de los mejores indicadores de que un ecosistema está en equilibrio. Aquí que hay una población en crecimiento, es una muy buena señal, un espejo donde mirarnos el resto".

No obstante, quiere advertir sobre el turismo de masas y anima a prevenirlo. "Aquí todavía no hay mucho turismo, pero es una alternativa económica a la pérdida de trabajo de la minería, por lo que se tiene que pensar en ello y limitar para prevenir la masificación", explica. Pone como ejemplo lo que ha pasado en el parque natural en el que reside en Canadá: "Recibe más de cuatro millones de turistas al año y con ello perdimos muchos animales. La carretera, el incremento del tráfico y la presencia de mucha gente por los caminos ha ido desplazando a los animales".

Tracking Pixel Contents