La rotura de la presa del centro de alevinaje de Fuentes del Narcea provoca la muerte de cientos de peces: "Fue una puñalada en el corazón"

El incidente en el centro ictiogénico de Villajur echó por tierra el trabajo de veinte años del colectivo cangués

Por la izquierda, Román Herrero, Carlos Menéndez y Loli Fidalgo, en el lugar donde se produjo la rotura de la presa.

Por la izquierda, Román Herrero, Carlos Menéndez y Loli Fidalgo, en el lugar donde se produjo la rotura de la presa. / D. Álvarez

Villajur (Cangas del Narcea)

La asociación de pescadores Fuentes del Narcea acaba de cumplir 20 años y lo ha hecho sin celebración. Un duro revés sufrido hace unos meses les ha obligado a tener que empezar de cero su trabajo en el centro ictiogénico de Villajur, en Cangas del Narcea. La presa que lleva el agua al centro y que alimenta las bañeras en las que se encuentran las truchas se rompió, soltando toda el agua al río, lo que hizo que las bañeras se quedaran secas y que la mayoría de los peces no pudieran salvarse, ya que en el momento del suceso no había nadie en el centro de alevinaje.

“Si se rompiera la presa estando aquí alguno de la asociación, no pasaría nada, se soltaban los peces en el río y ya estaba, pero no nos dio opción”, lamenta Román Herrero, el presidente del colectivo, que asegura que fue duro ver cómo se acababa con el trabajo de veinte años en un momento “pero más duro fue ver la cantidad de peces muertos, que no tuvieron opción”.

Loli Fidalgo fue el primero en llegar después de que una vecina les avisara de que la presa se había quedado sin agua. Le dio tiempo a encontrarse con algunos animales aún vivos y pudo soltarlos al río. Pero era tan solo una ínfima parte de lo que tenían. “Vivir ese momento fue un palo terrible, una puñalada en el corazón”, asegura este miembro de la asociación.

Tras la pérdida llegó el momento de analizar los daños en la presa y la asociación no podía afrontar la obra. Acababan de invertir, junto con la asociación tinetense “El Banzao”, 30.000 euros en el arreglo del banzao del río, que tenían claro que no aguantaría una riada. Así que llegaron a plantearse dejar el trabajo del centro de alevinaje.

Por la izquierda, Loli Fidalgo, Carlos Menéndez y Román Herrero, ante una de las bañeras con los alevines.

Por la izquierda, Loli Fidalgo, Carlos Menéndez y Román Herrero, ante una de las bañeras con los alevines. / D. Álvarez

El empujón para que la asociación pudiese reponerse y se animara a volver a empezar aseguran que se lo dio el director general de Custodia del Territorio e Interior, David Villar. “En cuanto se enteró se puso a nuestra disposición y asumieron la obra de reparación de la presa que nosotros no podíamos, gracias a él estamos hoy aquí, porque teníamos la moral por los suelos”, asegura Herrero.

Con la presa llevando agua de nuevo al centro, comenzaron a repensar en su trabajo criando truchas y en cómo hacer las repoblaciones. Por suerte, durante los años anteriores habían tenido excedente de huevas que se llevaron otras asociaciones de pescadores animadas por la consejería para tener esta línea genética. De este modo, recurrieron a la asociación Asturiana de Pesca, que tienen su misma línea genética y llevaron para Villajur 30.000 futuros alevines y 60 reproductores, de entre 3 y 4 años, peces que habían ido naciendo de huevas llevadas en los últimos cinco años del centro de alevinaje cangués.

“Si ellos no hubieran tenido esta línea genética, pues hubiéramos empezado como al principio, de cero, sacando unas truchas del río para desovarlas, porque nosotros no sacamos a los reproductores del río, sino que los criamos aquí”, detalla Román Herrero.

El planteamiento de trabajo que se hacen ahora es el de tener muchos menos animales, tendrán unos 100 o 120 reproductores, como máximo, cuando antes llegaron a tener 400. Además, también quieren cambiar la forma de realizar las repoblaciones. “Nuestra intención es ir soltando las truchas cada dos años, cuando tengan un tamaño de unos 20 centímetros, calculamos que unas 2.000, hemos probado de todo y no sabemos si vale, porque está claro que los ríos cada vez tienen menos truchas”, señala el presidente del colectivo de pescadores.

No obstante, se marcan los próximos tres años, hasta 2028, para definir la línea de trabajo que van a seguir. 

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