El madreñero cangués Raúl Martínez se convierte en "Guardián Rural": "Presta que se acuerden de uno"

La asociación Fuentes del Narcea homenajea la labor de conservación de la tradición en la fábrica de Pambley, la única de Asturias en la actualidad

Así trabaja Raúl Martínez, el artesano jubilado que ha calzado con sus madreñas a varias generaciones de Cangas del Narcea

Demelsa Álvarez / Amor Domínguez

Pambley (Cangas del Narcea)

"Guardián Rural" es el título que obtendrá este sábado el madreñero jubilado Raúl Martínez González, de la fábrica de madreñas Virgen de los Remedios, de la localidad canguesa de Pambley. Recibirá el homenaje de la asociación de turismo rural Fuentes del Narcea en el cierre de la sexta edición de su Festival de Ecoturismo en Peligro de Extinción como reconocimiento a su labor como maestro madreñero, un saber que supo transmitir a su hijo, Raúl Martínez Rodríguez, quien mantiene activa la única fábrica de Asturias de este calzado tradicional, muy valorado por su capacidad para mantener los pies aislados del frío y la humedad.

Raúl Martínez acaba unas madreñas de forma manual.  | D. Á.

Raúl Martínez acaba unas madreñas de forma manual. | D. Á.

Desde 1966 lleva haciendo madreñas Raúl Martínez y aún no lo ha dejado. En su casa, su padre era madreñero aunque las hacía, como muchos en aquella época, para cubrir las necesidades familiares, ya que solían ser muy numerosas y asegura que de media en cada casa podían necesitar unos 10 pares. Fue su hermano Manuel Martínez el que lo convirtió en un negocio y montó un taller y con él aprendió y trabajó durante sus inicios.

"Entonces se hacía todo a mano y se trabajaba mucho, se hacían unos seis o siete pares al día y se podían alcanzar los 2.000 pares al año", recuerda el madreñero, que señala que en los inicios vendían las madreñas sin darle los acabados, ya que iban directamente a los almacenes donde las acababan y distribuían, pero eso les reportaba unas ganancias muy justas, puesto que les pagaban unas 40 pesetas por par sin acabar.

"Empecé de chaval a hacer madreñas y le vas cogiendo el gusto a la madera, porque cuando tienes un trozo de madera en la mano y quieres hacer algo y lo consigues, genera mucha satisfacción", confiesa Raúl Martínez, que esa afición por modelar la madera fue la que le hizo seguir avanzando en el negocio y llegar a montar una fábrica mecanizada para poder aligerar la parte inicial del trabajo de convertir un trozo de madera en una madreña e incorporar a la cadena de producción los acabados de las piezas para poder beneficiarse del valor añadido que suponía poner en el mercado el producto final. Entonces podían llegar a venderlas a 200 pesetas el par.

En esos primeros años de puesta en marcha de la fábrica, recuerda que eran 17 las que había en toda Asturias "y ahora solo queda la nuestra, la razón es que es un trabajo que requiere de muchas horas y no deja mucho beneficio, así que los jóvenes ya no lo aprendían".

Raúl Martínez González y Raúl Martínez Rodríguez con su madreñas acabadas.

Raúl Martínez González y Raúl Martínez Rodríguez con su madreñas acabadas. / D. Álvarez

La excepción fue su hijo, que, siendo aún adolescente, tuvo claro que su futuro estaría ligado al pueblo, a la madera y al trabajo artesanal de fabricación de madreñas. "Entonces yo veía que funcionaba el negocio, había mucha gente en los pueblos todavía, y tenía ganas de trabajar y desde pequeño ayudaba en lo que podía y lo veía como una forma de vida", explica Raúl Martínez Rodríguez, que asegura que, aunque ya no se venden tantas madreñas como antes, puede llegar a fabricar un millar de pares al año. Además, asegura que todavía el 90 por ciento de la producción se destina a la venta para el uso y solo un 10 por ciento acaba en decoración o adquirido por turistas.

El homenajeado recuerda las características que hacen que las madreñas aún sean consumidas por los vecinos de los pueblos. "La madera mantiene caliente los pies, además es un calzado que te permite ir a la huerta, a la cuadra sin manchar las zapatillas y tener los pies calientes y secos todo el día, antes incluso se utilizaban para ir a segar", porque con sus tacos permitían clavarlos en el suelo y ganar estabilidad.

De cara al acto de este sábado, Raúl Martínez se siente muy agradecido porque la asociación de turismo rural se haya acordado de él: "Presta que se acuerden de uno". De hecho, su fábrica de madreñas se ha convertido en uno de los atractivos turísticos del concejo y, sobre todo, en verano reciben la visita de un buen número de turistas atraídos por la conservación de este oficio tradicional.

El acto de homenaje tendrá lugar en el transcurso de la celebración del Mercáu natural ya artesano, en Oballo.

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