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La emprendedora andaluza que salvó un pueblo asturiano de la despoblación: reformó una casa en ruinas, la alquiló y ahora... son el doble de vecinos

Isabel Martínez reformó una casa en ruinas, ofreció alquileres de larga estancia y ha logrado que nuevos vecinos se instalen en la localidad

Por la izquierda, Isabel Martínez, su marido Raúl Martín y sus inquilinos Bleid Dorta y Rodrigo Gómez ante la Casa Luna.

Por la izquierda, Isabel Martínez, su marido Raúl Martín y sus inquilinos Bleid Dorta y Rodrigo Gómez ante la Casa Luna. / D. Álvarez

La Viliella (Cangas del Narcea)

Hasta hace cuatro años, el pueblo de La Viliella (Cangas del Narcea), en el límite de la reserva natural integral de Muniellos, parecía estar abocado a la despoblación al tener tan solo tres casas habitadas de forma habitual. La llegada de la emprendedora andaluza Isabel Martínez le ha dado un inesperado giro al futuro de la localidad, que ha visto como en este tiempo se volvían a abrir otras tres casas con nuevos pobladores.

Isabel Martínez cuenta que su historia con La Viliella comenzó como un auténtico flechazo. Tenía un dinero que quería invertir en un proyecto y se fijó en Asturias. Comenzó a informarse y a buscar casas en venta. Un anuncio de La Viliella captó su atención y más aún cuando vio que estaba ubicado en el límite de la reserva natural integral de Muniellos.

Isabel Martínez planta unos árboles en su jardín.

Isabel Martínez planta unos árboles en su jardín. / D. Álvarez

Programó la visita y les sorprendió la borrasca Filomena cruzando la península. Tuvieron que comprarse unas cadenas en Villablino para poder cruzar el puerto de Cerredo y cuando llegó a la Viliella, cubierto por la nieve, se quedó prendada del sitio.

“Me enamoró, era maravilloso, tiene una energía increíble, una paz absoluta y unas vistas impresionantes”, detalla Martínez.

Tenía más visitas programadas a otras casas, pero ninguna pudo superar la sensación que tuvo al llegar al pueblo cangués y volvió a Málaga con la compra de la casa iniciada.  

“La casa no tenía ni váter ni lavabo, había dos dormitorios y una cocina que había quedado abandonada en 1969, unas cuadras y un pajar lleno de paja”, describe.

Apuesta por alquiler de larga estancia

Su primera idea fue realizar un centro de crecimiento dedicado a terapias complementarias donde poder realizar retiros de crecimiento personal y bienestar, que es a lo que se ha dedicado profesionalmente, dirigiendo un centro de formación en este ámbito en Canarias. Pero la desechó porque le exigiría estar presente durante largas temporadas, así que pensó en apartamentos turísticos. Pero durante el proceso de reforma, en el que ella se involucró activamente en todos los trabajos de albañilería, también hizo amistad con los vecinos de la pequeña localidad y empezó a sentir «mucha pena por ver cómo se estaba despoblando», así que decidió crear tres apartamentos para alquileres de larga estancia. Un negocio para el que su entorno familiar y los propios vecinos de la localidad le auguraban el fracaso. 

Contra todo pronóstico el primer apartamento lo alquiló a los 20 días de anunciarlo y el segundo, el mismo día que lo publicó.

Vistas desde La Viliella.

Vistas desde La Viliella. / D. Álvarez

A sus inquilinos, uno de los requisitos que les pide Isabel Martínez es que se involucren en el día a día del pueblo y que hagan comunidad con los vecinos. Algo que ella hizo desde el momento en el que llegó. «Voy a visitar a los vecinos a diario y creamos una red de apoyo para ayudarnos, así si alguien va a Cangas puede hacer las compras que necesiten el resto. En mi caso, cuando tengo que comprar material lo programo para ir el día que alguno de los vecinos tiene consulta médica y así lo llevo», cuenta.

Además, ha impulsado la recuperación de fiestas tradicionales, rutas senderistas y elementos etnográficos como fuentes y molinos de agua. De este modo, Isabel Martínez llegó con una energía renovada a un pueblo aletargado consiguiendo que vecinos de la localidad emigrados alarguen sus estancias en ella y que incluso dos de sus inquilinos hayan pasado a ser propietarios de casas en La Viliella, convirtiéndose en nuevos vecinos permanentes.«Me dijeron que este pueblo moría y que iba a ser una inversión perdida. Así que no solo me empeñe en que el pueblo no muriese, sino que va a resurgir», concluye.

Jóvenes en busca de naturaleza

Entre los inquilinos actuales de los apartamentos hay una pareja menor de 30 años llegados de Madrid que decidieron huir de la ciudad. “En Madrid no estábamos a gusto, hay demasiada gente, todo es agobiante y el precio de la vivienda es inasequible”, cuenta Rodrigo Gómez, que busca empleo por la zona, mientras su pareja teletrabaja. Cuenta que no conocían Cangas del Narcea y que les sorprendió la naturaleza de la zona. Para él está claro que “la centralización de la población es insostenible y volver a la zona rural permite no tener que dejarse el 70 por ciento del salario para vivir en pisos compartidos”.

Bleid Dorta ayuda en la instalación de unas vallas en el jardín.

Bleid Dorta ayuda en la instalación de unas vallas en el jardín. / D. Álvarez

Bleid Dorta ocupa otro de los apartamentos. Llegó hace unos años a Villablino desde Venezuela y se interesó por hacer voluntariados para conocer la España más rural, fue a Galicia y luego vio uno de los voluntariados que ofrecía Isabel Martínez en su casa de La Viliella y se presentó. Confiesa que cuando llegó le pareció un lugar espectacular y aún más la gente. Cuenta que con Isabel realizan una ruta cada tarde para visitar a los vecinos y “la gente del pueblo es un amor”. Bleid Dorta es cocinero y ahora trabaja en un restaurante ubicado en otro pueblo cangués, Obacho. Así que su intención es quedarse un tiempo más en la zona más rural del concejo.

Este año, Isabel Martínez apostó por primera vez por alquilar uno de sus apartamentos a una familia con niños y celebra lo bien que se han integrado en la localidad y como los niños comparten tiempo y experiencias con las personas mayores de La Viliella.

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