Opinión
Camín Real de Leitariegos, pisando historia (2)
En la Edad Media sólo se permitían tres ferias en Asturias: la de Llanes, la de Oviedo y la de Cangas de Tineo (Cangas del Narcea). En aquellos tiempos la Villa de Cangas de Tineo reunía una serie de condiciones que hicieron que los soberanos autorizaran el establecimiento de mercados y ferias. La villa, fundada en 1255 por Alfonso X, se convirtió pronto en el centro ordenador de la economía del área occidental de Asturias, regulando el tráfico mercantil desde los puertos de mar como el de Luarca hacia el Bierzo y Castilla, a través del Puerto de Leitariegos.
Mármoles a Madrid
En el siglo XVIII el Conde Toreno, más concretamente el quinto conde de Toreno (1727 – 1805), nacido en Cangas de Tineo, fue un gran aficionado a las ciencias naturales y puede ser considerado como el primer interesado en la investigación científica de los recursos geológicos en la región; investigó y publicó una relación de yacimientos mineros de Asturias en 1785. Por entonces, quiso mejorar este camino real de Leitariegos para llevar los mármoles de Cangas al palacio real de Madrid. Finalmente, optó por construir un nuevo paso, una vía más corta, atravesando la Cordillera por Monasterio de Hermo y la Vega del Palo para llevar mármoles de la zona de Rengos y Gedrez al palacio real de Madrid. Junto a Vega de Rengos había una cantera de la variedad casi totalmente blanca, de donde se extrajo el bloque para la estatua de Carlos III que hay en el Palacio Real de Madrid (frente por frente de la gran escalinata).
Y pensando en esto mientras vamos camino de la importante aldea de Brañas de Arriba para aquella época, donde se esperaba a los arrieros para dar misa o cambiar herraduras de los caballos, nos topamos, en la parte baja de la aldea, con un espectacular lavadero. Tiene una piedra labrada en forma de ondas, debido a tantas y tantas hoces y guadañas afiladas ahí, por las características de esa piedra y la presencia del agua. Lavadero que servía para afilar, beber el ganado y lavar las ropas. La última casa del pueblo, a la izquierda, es la que fue Ayuntamiento, juzgado y cárcel, pues fue cabecera del Concejo de Leitariegos. Continuamos pisando historia y pasamos junto a un molino bien conservado y la iglesia de Santa María, que conserva una única lápida. A partir de aquí veremos varias señales con un QR que nos abre una interesante aplicación llevada a cabo por el programa “Asturias, Tierra de Osos” donde nos da información sobre la vida de los plantígrados a lo largo del año en estas tierras. Con paciencia, quizá podamos observar alguno en las laderas de enfrente cuando se alimentan de los ricos arándanos. Aquí conviven con las vacas “asturianas de los valles” que pastan por cientos en estas empinadas montañas. Existen varias empresas locales de ecoturismo especializadas en la observación de fauna.
El Monasterio de Corias
Según el libro registro del Monasterio de Corias, en el siglo XII el tránsito por el puerto de Leitariegos era considerable. Existían 4 hospitalillos o alberguerías, dos a cada lado del puerto. Los monjes desarrollaron en estas instalaciones una labor asistencial a viajeros y peregrinos ¿quizá los inventores del turismo rural y los albergues?…
En el siglo siguiente, estos modestos edificios adquirirían una gran importancia, por el aumento del trasiego de mercancías por el puerto, en apoyo a los intereses del Monasterio. Quizá el transporte de trigo y vino entre Asturias y León fuera el más importante. También el envío de sal, paños, pescados, mantecas, quesos, hierros y lienzos. En cuanto a la sal; algunos carros de sal salían del pueblo burgalés de Félix Rodríguez de la Fuente; Poza de la Sal, para cruzar la Cordillera por Leitariegos siguiendo el trazado del Camín real.
Por aquellos tiempos, el clima se recrudeció y las nevadas fueron muy intensas en Leitariegos. Los frailes de Corias pidieron ayuda a Alfonso XI y, estando el monarca en Burgos, otorgó el ya mencionado y famoso Privilegio de Leitariegos.
Paso a paso, enseguida escucharemos los perros y vacas de la otra aldea, Brañas de Abajo, albergue también de aquellos arrieros que por aquí pasaban, desde Luarca a Cangas del Narcea y al mercado de la Cebada en Madrid. Aún se puede ver las huellas de las ruedas de aquellos carruajes en algunas partes rocosas del camino. Se sabe que, al menos desde el primer tercio del siglo XVIII, las sagas familiares de los Rodríguez y los Cosmen ya cubrían con cierta regularidad trayectos en torno al Puerto, contribuyendo al desarrollo social y económico de la comarca merced al transporte de viajeros y mercancías y también de noticias. ¡Cuántas peripecias y proezas debieron pasar en un viaje de más de 10 días a caballo y algunos a pie, con los carros y las mulas hasta llegar a la Plaza de la Cebada!
La primera casa de esta aldea tenía una campana que era tocada a la llegada de los arrieros. Atravesamos Brañas de Abajo fijándonos en los bellos y pequeños hórreos con tejados de losas de pizarra y continuamos por una pista de tierra bien conservada hacia la casa solitaria de la “Venta de Cabuezos”, que fue lugar de parada y fonda de aquellos viajeros legendarios, como George Borrow “Jorgito el inglés” en 1.837 o destacados botánicos franceses como Durieu de Maisonneuve en 1.835 y Jacques Gay, que por entonces descubrieron rarezas botánicas nunca antes descritas.
Aquí podemos ver numerosas plantaciones de árboles frutales, como cerezos, y otras especies autóctonas, dentro de un programa de reforestación para el oso pardo, por considerarse la zona un importante corredor natural para esta especie.
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