El señor Alcalde parece estar por la labor de convertir Oviedo en «ciudad libre de ruidos». Si es así, he de recordarle que el barrio de La Ería también es parte integrante de esta ciudad y no un basurero-estercolero donde llevar todo lo que sobra en otros lugares: conciertos intempestivos, barracas, etcétera.

Por si el Alcalde y la Corporación que dirige creen que la explanada del Tartiere es lugar idóneo para estos actos, les informo que por su ubicación en forma de anfiteatro, debido al talud, hace que se amplifique el sonido, que éste ascienda y que para los vecinos se convierta en una pesadilla intentar dormir con la orquesta pegada a la almohada. Sirva de ejemplo de esta acústica que en los entrenamientos del campo de fútbol del Hermanos Llana, las órdenes que da el entrenador a sus jugadores son perfectamente audibles desde el sexto piso en el que habito. Imagínense cuando de lo que se trata es de miles de vatios de sonido. Pueden venir a comprobarlo, como ya lo ha hecho, el 29 de abril, la Policía Local al medir los decibelios y pasar éstos en exceso lo permitido, y ya eran las cuatro menos cuarto de la madrugada (acta de inspección de ruidos. Referencia IA-0504/07).

El señor Alcalde, que se dice preocupado con el tema de las molestias que causa el ruido a los vecinos, autoriza y permite, sin embargo, conciertos o festivales de rock que acaban pasadas las cinco de la mañana, como el que hemos sufrido durante estos tres días y que, por cierto, espero que este evento no haya costado al erario público ni un sólo euro, pues de lo contrario sería un gran fraude: perjudicar a montones de vecinos que no han podido dormir durante tres días (el viernes tuve que ir a trabajar sin haber pegado ojo) y a otros muchos que utilizan el centro social, pues han acotado todo el espacio del aparcamiento y, todo esto, para ofrecer ocio a unas cien personas, que aseguro no había más en esos tres días infernales del Cross Road Festival.

Y ahora nos trae las barracas? que no quieren en otros sitios. Señor Alcalde, ésta no es la solución, o ¿es que los vecinos de La Ería somos para usted ciudadanos de segunda clase?

Montserrat González

Fernández

Oviedo