Así se titula un muy interesante libro de Antonio Miralles, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad del País Vasco, que también es autor de las obras «El socialismo en el País Vasco durante la República» (1988), «Historia de las relaciones internacionales hispano-francesas» (1994), «Las relaciones internacionales entre 1870 y 1945» (1996) e «Indalecio Prieto: textos escogidos» (1999). Esta última ha sido editada en la colección «Clásicos asturianos del pensamiento político». La obra sobre Juan Negrín fue presentada el 16 de septiembre en la Casa de América de Madrid por el historiador Santos Julia y el Defensor del Pueblo, Enrique Múgica. Según la reseña del acto, publicada en el diario «El Mundo», el profesor Miralles trata en su ensayo sobre las tres grandes acusaciones contra Negrín: la entrega de la República a los comunistas, la división interna en el PSOE y la resistencia a ultranza en la guerra civil que condujo a la catástrofe. «Negrín nunca se defendió, por lo que la condena era inexorable. Sin embargo, no hay indicios ni pruebas documentales de su entrega al comunismo. Es el gran ocultado del Partido Socialista, que ni siquiera tiene su retrato en la sede de Ferraz». Miralles añade que es injusto atribuirle la división del PSOE, «una historia de divisiones entre 1931 y 1939, cuando no era del aparato del partido, y cree que mantuvo la resistencia al oponerse a la paz fúnebre de Franco».

Exterminio republicano

Azaña, Prieto y Largo Caballero fueron hombres de los años treinta, y Negrín es un hombre de los años cuarenta, que, como De Gaulle y Churchill, comprendió que el gran desafío era enfrentarse a la guerra fascista que buscaba el exterminio de los republicanos. Negrín se resistió al exterminio de sus compatriotas. Los distintos capítulos del libro de Miralles presentan la doble imagen de un gran estadista y político insobornable, en una trayectoria sobre el médico y político socialista, la guerra en la etapa del Gobierno de Largo Caballero, el primer Gobierno de Negrín, la financiación de la guerra (el denominado «oro de Moscú»), la crisis de abril de 1938, la diplomacia negrinista, el final de la guerra y los 17 años de exilio.

Santos Juliá se refirió, en la presentación del libro, al «Negrín marioneta de los comunistas», calificación que permanece en la historiografía y en su propio partido, a través de Besteiro, Largo Caballero y Prieto, «Negrín no es un político definido y la colaboración con los comunistas es la continuación de una política obligada de la República española. El ascenso de los comunistas era inevitable, Francia y Gran Bretaña no intervenían en el territorio español, mientras que lo hacían Alemania e Italia, por lo que la República se dirigió a la Unión Soviética para que aportarse material bélico y movilizase a la opinión pública». Por su parte, Enrique Múgica manifestó en la presentación que «en los años sesenta de la emigración política socialista, en los viajes a Toulouse, se transmitían antipatías y un odio visceral a Negrín, mientras que a su llegada a Madrid, en 1977, conoció, a través de Juan Marichal, a un Negrín distinto». «Negrín no ha sido nunca un marxista. No se sentía a gusto en el marxismo. Tras sus estudios de Medicina en Alemania, se vinculó a la Institución Libre de Enseñanza. El de Negrín es un socialismo humanista, un socialismo liberal». Múgica comentó también «el fuerte sentido de Estado del doctor Negrín, como vertebrador de la nación en el horizonte europeo», y el apoyo de la URSS, a precio de oro, pagando el armamento recibido, mientras que el franquismo lo hizo a la Alemania nazi pagando con materias primas. «Por su parte, el profesor ovetense Enrique Moradiellos ha publicado posteriormente un gran libro titulado "Juan Negrín, el hombre más difamado de España"». Por nuestra parte, ya publicamos, en la década de los ochenta, un artículo con la misma orientación. Además presentamos al célebre comisario político Santiago Álvarez, que trató personalmente al doctor Negrín y lo consideraba como a un gran dirigente de guerra comparable a Churchill y Stalin, por su firmeza e inquebrantable voluntad de resistencia al nazifascismo y a su gran visión estratégica, cuando presentó su biografía en el Club de Prensa Asturiana.

El prestigioso historiador británico Paul Preston es el prologuista del interesante libro de Miralles. En tal prólogo, Preston sostiene que «quizá la biografía cuya ausencia resulta más escandalosa es la de Juan Negrín; como dice Ricardo Miralles, la figura política de Negrín no ha merecido todavía la biografía que está reclamando a voz en grito». Posteriormente la ha realizado el profesor ovetense Moradiellos.

Gran estadista

Denostado por muchos por haber sido, supuestamente, un mero instrumento dócil del comunismo soviético en España, el arquitecto de la división interna del PSOE y el causante, con su política de resistencia a ultranza, de un final desastroso para la República, Negrín es, en cambio, reconocido por otros -entre los que me incluyo- como el gran estadista de la lucha contra Franco y sus aliados fascistas. Ahora tenemos en nuestras manos lo que aquel libro prometía. Ricardo Miralles, con su habitual modestia, se cuida de describir su espléndido libro como la biografía necesaria, quizá porque no se permite especular con la formación psicológica de su personaje y se inhibe en cuanto a la vida sentimental de Negrín, limitándose más bien -lo que no es poco- al médico, al socialista y al ministro de Hacienda, y al presidente del Gobierno de la República. Sin embargo, dentro de esta limitación autoimpuesta, el hecho de que el profesor Miralles haya podido utilizar algunos documentos rusos, los archivos del Ministerio de Asuntos Exteriores y los particulares de Marcelino Pascua, Vicente Rojo, Luis Araquistáin, Diego Martínez Barrio y otros, le permite acercarse, como no ha podido hacer ningún otro historiador hasta ahora, a la meta tan codiciada de la biografía neta de Negrín. Cuando el doctor Negrín asumió su cargo definitivo, estaba convencido de que con una estrecha colaboración con los soviéticos proporcionaría la única posibilidad de supervivencia de la República. Como recuerda Indalecio Prieto, la superioridad material de las fuerzas de Franco, con el apoyo eficaz de Hitler y Mussolini, frente a las dificultades logísticas de la República, a pesar de la ayuda soviética, supuso que Negrín, por mucho que fortaleciese al Estado republicano, no iba a poder parar la serie creciente de derrotas, y ello significó que quienes habían apoyado tal política se volviesen después contra Negrín, cometiendo una gran injusticia histórica.