Conspiración con la Religión. Cuando la asignatura de Religión llegó a tener buena fama entre tantos alumnos y padres, siendo ésta elegida por la mayoría de ellos, los sumos laicistas resolvieron prenderla y darle muerte. Decían, no obstante: «Habrá que hacerlo con cuidado, poco a poco, y en el tiempo oportuno, para impedir que se alboroten los creyentes y sus pastores.

Traición de algunos de los nuestros. Cierto es que algunos de los creyentes, algunos de los que se habían alimentado en otro tiempo de las buenas enseñanzas de la religión y crecieron en sabiduría gracias a ella, decidieron traicionarla, llegando a avergonzarse algunos de ellos, incluso de sus raíces. Más amarga resulta la tradición cuando viene de algunos de nuestros hermanos, de los que han crecido al calor de la verdad del hijo de Dios-Amor que ha alcanzado la vida dando su vida por nosotros.

Prendimiento de la Religión. Los sumos sacerdotes del laicismo decidieron ir a prenderla. Primero, restándole horas a la asignatura, luego dejando a su alternativa en una especie de vacío, para que quienes no la eligieran pudieran avanzar en otras materias o, sencillamente, no hacer nada, penalizando gravemente a aquellos que la eligieran.

La Religión ante el Sanedrín. Así las cosas, la Religión ha intentado defenderse en este tiempo arguyendo su reconocimiento constitucional amparado por los derechos humanos, el respeto al derecho internacional rubricado por los acuerdos entre el Estado y la Iglesia o la necesidad de su presencia estable en la escuela dada su contribución a la formación integral de la persona. Pero, sobre todo, por su insobornable tarea de presentar la verdad sobre el hombre, pues en Jesucristo vislumbramos las aspiraciones de lo humano y, tras dos mil años, sigue suscitando interés, inquietud y asombro entre nuestros alumnos.

Los ultrajes contra la asignatura de Religión. Entre tanto, se fueron armando algunas hordas laicistas del pueblo, ahítas de rencor y henchidas de prejuicios, seguramente al socaire de consignas venidas de «lo alto» y asumidas acríticamente. Primero empezaron insultando a la asignatura y a sus alumnos y profesores llamándonos «católicos de mierda», luego repartiendo panfletos a la salida de los centros de enseñanza para animar a no elegir la Religión en la escuela, u organizando campañas vertebradas con argumentos espurios: el manido adoctrinamiento o la acientificidad de los contenidos teológicos que se imparten desde la Religión. Muchos pensamos de las estrategias de adoctrinamiento ideológico de algunos de estos grupos, de la asunción acrítica de sus postulados y del escaso rigor científico que sostienen sus asertos.

La agonía de la Religión. Ya estaba bien sembrado el terreno de la discordia y la falsedad para que, justo tras las elecciones y justo antes de empezar la Pascua cristiana, anunciaran el último varapalo contra la Religión: sin alternativa y fuera del horario escolar ordinario. Se inicia un verdadero vía crucis para la asignatura de Religión y habrá que mantenerse fuertes. Mientras muchos se quedan mirando pasivos, seguramente alguna Verónica o algún Cireneo nos tenderá la mano y aliviará el cansancio de nuestro rostro. Y así seguiremos enseñando y aprendiendo, esta vez no ya desde las aulas, sino desde el martirio. Ya han anticipado el tiempo de las tinieblas para la asignatura de Religión, como la oscuridad que reinó en el Gólgota entre la hora sexta y la hora nona. A nuestra religión la quieren condenar por maldita, crucificar fuera de las murallas del tiempo lectivo y hacerla fenecer en la hora séptima.

A nuestro favor tenemos: la conciencia tranquila, el testimonio de una tarea al servicio de la formación del alumno, la verdad que nos ampara y una fe que hará que griten hasta las piedras, a la espera confiada de que algún día el velo del templo del laicismo intolerante se rasque en dos.

Lisardo Santirso Vázquez,

profesor de Religión y miembro de la Plataforma Religión

en la Escuela

Oviedo