La reciente aprobación de la llamada Ley de la Memoria Histórica, aunque claramente insuficiente debido a las presiones de la derecha franquista y a los neoliberales del PSOE, facilita recordar a aquellos sobre los que los pactos de la transición habían extendido un espeso manto de silencio, a los que defendieron la legalidad republicana, a los que lucharon por la libertad, la democracia y por mejorar las condiciones de vida de los trabajadores durante la larga dictadura terrorista que causó innumerables víctimas. Entre éstas destaca la controvertida figura de Baldomero Fernández Ladreda, natural del concejo de Ribera de Arriba, próximo a Oviedo, donde nació el 18 de julio de 1906.

Ladreda fue un obrero autodidacta afiliado a la UGT que tuvo una actuación destacada en la Revolución de Octubre de 1934, cuando ocupó y dirigió la fábrica de explosivos de La Manjoya. Estando en la cárcel como consecuencia de estos sucesos se afilió al PCE.

Al producirse la sublevación militar en 1936, organizó un nutrido grupo de militantes de las Juventudes Socialistas Unificadas y se aprestó a participar en el cerco de Oviedo en cuanto se supo la traición de Aranda. En la ofensiva de octubre, el Batallón Ladreda luchó heroicamente en el barrio de San Lázaro, llegando hasta la calle de la Magdalena, donde recibió orden de replegarse, orden que cumplió de mala gana porque pensaba que en aquella ocasión podía liberarse Oviedo. El 21 de octubre fue ascendido a mayor de brigada.

Participó también en el ataque de febrero y después se trasladó con su brigada a Bilbao para intentar detener la ofensiva franquista sobre esta plaza. Participó en numerosos combates en todo el frente norte, hasta que éste se derrumbó en octubre de 1937. Muchos de sus compañeros se embarcaron en Gijón, pero Ladreda decidió pasar a la clandestinidad y organizar a los milicianos dispersos después de la derrota, para constituir luego el Comité de Milicias Antifascistas, que aglutinó a los guerrilleros de todas las tendencias que operaban en Asturias.

Se alargaría mucho esta carta si diéramos cuenta en ella de los hechos en los que participó en los diez años transcurridos hasta su detención, el 25 de septiembre de 1947, y de sus posiciones como líder guerrillero y dirigente del PCE, del que fue expulsado por su postura contraria a la dirección llegada del exterior en 1945; pero sí es necesario destacar que, a pesar de sus contradicciones y errores (uno de los principales fue esperar clemencia o, mejor dicho, justicia del fascismo), Ladreda dedicó su vida a luchar por la causa de los humildes, a la emancipación de los trabajadores y a lograr un mundo mejor que también ahora consideramos que es posible.

Baldomero Fernández Ladreda fue «ajusticiado», asesinado a garrote vil, en la cárcel de Oviedo el 15 de noviembre de 1947. Sus últimas palabras fueron: ¡Viva la República!

Por todo esto sería muy justo que la Corporación de Oviedo, el concejal de Cultura y la comisión nombrada al efecto decidieran dedicar una calle a Baldomero Fernández Ladreda.

Mario Gutiérrez Rubio

Felechosa