cuarta acepción como: «Cuento o chisme con que se intentaba hacer daño o incomodar a alguno». El caso es que se ven excesivas mezclas anticatólicas al leer la prensa, y en LA NUEVA ESPAÑA incluso se firma también alguna «mezclilla» que otra.

«Que si los católicos son criaturas inseguras debido al constante sentimiento de culpa que les produce cualquier placer no espiritual». Curiosa aseveración sobre los que se saben libres de la culpa por el amor. «Que si son mausoleos de la hipocresía, como el tal político que se gastaba el dinero ajeno en concúbitos anales». Falsa acusación de hipocresía, pues el pecador no finge cuando se manifiesta contra lo que considera pecado aunque sucumba en él, luego, no es hipócrita. «Que si el católico creó la Inquisición y las órdenes militares para combatir al moro, al judío y demás infieles». Como si Averroes y Maimórides no hubiesen sido perseguidos por la misma canalla de siempre: la que se atreve a apedrear a los otros porque se creen santificados y libres de pecado. «¿Cómo osa el vicediós proclamar como pecados sociales aquellas conductas que nosotros también rechazamos, acaso pretende hacer coincidir su moral con nuestros principios laicos socialistas?». ¿Qué ocurre?, hay arrogancia y exclusivismo sobre lo razonable.

La progresía se empeña en comportarse como una vieja dama que, educada en colegios católicos, embarazada en su juventud por una relación efímera, logra sobrevivir a tales circunstancias para, después de recibir caricias y consuelo del poder, retornar con todo su rencor a enaltecer al populacho pidiéndole que le entregue el cadáver de aquel catolicismo que la preñó en su juventud, un catolicismo que quiere enterrar en la anticlerical cripta donde guarda todo su resentimiento.

Antes era aquello de «la conspiración judeo-masónica», ahora es esto otro de «el catolicismo es culpable de los males capitalistas y, aunque fuese santificado por el vicediós, seguiría siendo maligno». Se presentan como víctimas que reclaman justicia: «...son los mismos que lo llevaron bajo palio y ahora vuelven a intentar una cruzada contra un gobierno democráticamente elegido por las urnas». Pero ¿cómo no se dan cuenta de lo antidemocrático y totalitario de su discurso? ¡Qué sois los que gobernáis! Que los otros opinan y aconsejan a los suyos desde sus principios morales, y la oposición a los suyos con sus normas políticas. ¿Acaso no debería ser así?, ¿verdad que los queréis calladitos? Exigir su silencio lo consideráis de lo más democrático. ¿No es eso? Pues ¡no! Democracia no es la dictadura elegida por el pueblo cada cuatro años. ¡Menudas ínfulas os dais cuando vais de salvadores del pueblo oprimido!

¿Separación Iglesia-Estado? ¡Claro que sí! Pero ¿se debe acaso impulsar una iglesia-civil-anticatólica con sus dogmas, ritos y sacramentos oficiados por acólitos-ediles? No, no se puede «desvestir un santu para vestir a otru»... Sí, ya sé aquello de que «sólo atacáis a la jerarquía y que el Vaticano II fue bueno». Pero Iglesia somo todos los católicos. Y ¡allá...! Los que no se dan cuenta de que estos autodenominados progresistas también atacan sus creencias. El bienestar social se consigue fomentando la cooperación por medio del esfuerzo unitario, la libertad y la igualdad de todos; pero a vosotros sólo os interesa la tensión y el enfrentamiento. Y estaremos mezclados en estas lides, mientras os vaya bien hacer mezclas y no argumentar de forma más seria.

Carlos Muñiz Cueto

Gijón