Comienzo mi carta diciendo que resido en Oviedo y tengo una casa en Degaña conocida como «Casa Zapateiro», sintiéndome muy orgulloso del nombre con el que se le conoce, por haber pertenecido a mis antepasados, y que desde luego nunca trataré de cambiarlo. Yo paso en Degaña muchos fines de semana y siempre que puedo.

Me produce vergüenza ajena que el pueblo de Degaña haya aparecido en la sección de «Cartas al director» de LA NUEVA ESPAÑA, con fecha 26-03-2008, en la que se hace una crítica sobre las listas que se pusieron en diversos lugares del pueblo y en las que figuran las «aportaciones» que se hicieron para sufragar los gastos de unos arreglos que se hicieron en la capilla. Las mismas fueron voluntarias, por lo que las casas o personas que no dieron cantidad alguna no tienen que sentirse «morosos»; por otra parte, hay personas que no se enteraron por diversas causas. En esas listas las personas que formaban la comisión lo que hicieron fue dar cuenta de lo recaudado hasta el día de ser expuestas. Parece ser que algunas personas su aportación se la entregaron directamente al párroco don Joaquín y lo de menos es si fue antes o después de exponerse las mismas, pues aún hay gente que sigue aportando.

Yo no estoy de acuerdo con la publicación de las listas, si bien en Degaña es una costumbre y siempre que aportamos dinero, para lo que sea, aparecen éstas; hay personas que así quieren que sea y lo piden a los miembros de cada comisión, que son las personas que se han encargado de recaudar y que como pago a su trabajo reciben casi siempre críticas, muchas veces injustas.

En dicha carta se hacen unas preguntas de muy dudoso gusto y que, desde luego, me imagino que a don Joaquín no le habrán hecho gracia alguna, pues dio cuenta detallada de lo recaudado y de los gastos. También dice que colaboró para arreglar la capilla por ser del pueblo, pero no para beneficiar a la Iglesia, dando a entender que siente odio hacia la Iglesia. Yo soy creyente y pienso que hay que respetar las ideas y creencias que cada uno tiene, entendiendo que los arreglos de la capilla son un beneficio para la gente del pueblo.

A continuación paso a dar cuenta de unos hechos que están ocurriendo en Degaña, vertiéndose por parte de algunos vecinos toda clase de insultos, calumnias, amenazas, descalificaciones, etcétera, hacia algunas personas (sobre todo, mujeres), y desde luego están tomando muy mal cariz. En Degaña, como en otros muchos pueblos, siempre hubo pequeños problemas y discrepancias, lo cual, si se piensa detenidamente, no se entiende, pues casi todos somos familia que coincidimos en diversos actos, unos alegres como bodas, bautizos, comuniones, etcétera, y en otros tristes como entierros, aniversarios, hospitales, etcétera, y que nos vemos la mayor parte de los días.

El pueblo está dividido, cada vez más, en dos bandos, principalmente a causa de una Asociación de Vecinos y Cultural que existe, de la que somos socios una cantidad importante de personas. Dicha asociación consiguió que el Ayuntamiento le cediera un local de su propiedad y con mucho trabajo, sobre todo por parte de los miembros de la directiva y la ayuda del mismo, se consiguió una subvención de la Dirección General de Vivienda del Principado de Asturias para su rehabilitación, habiéndose inaugurado recientemente, asistiendo, entre otras personas, el que era director general de Vivienda cuando se solicitó y concedieron la subvención, don Manuel Orviz, y el señor alcalde de Degaña.

Dicha asociación tiene unos estatutos y unas normas elementales de conducta, que se deben respetar por todo el mundo, tanto socios como no socios. En el local de la misma no se prohíbe la entrada a nadie; pues bien, hay personas que dicen lo contrario y han recogido firmas por el pueblo habiendo hecho entrega de las mismas en el Ayuntamiento, al parecer, en unión de un escrito.

Qué pretenden esas personas que se encargaron de recoger estas firmas y que, por cierto, mediante engaño consiguieron que firmasen algunos, y no quiero seguir sobre esto, pues es fácilmente demostrable. Que digan claramente lo que quieren conseguir, que no anden con subterfugios y, desde luego, que cuenten la verdad.

Yo pido, encarecidamente, que se piense si vale la pena lo que está ocurriendo; debe haber diálogo como personas civilizadas que somos y que, por supuesto, habrá posturas no coincidentes; y, en definitiva, que haya paz -no os parece una palabra muy bonita-, pues a ver si se convierte en realidad, sólo hace falta un poco de sensatez.

Espero que quede claro lo que pretendo, y Dios sabe que desde luego no es sembrar discordia, sino que haya entendimiento entre todos y así habrá «Paz».

José Luis Hidalgo González

Oviedo