Prevengámonos de los regalos que nos ofrecen sin una justificación. De aquellas personas que llaman a nuestra puerta y nos ofrecen gratuitamente algo que oculta una adquisición más o menos costosa. De la propaganda por correo que nos ofrece algo «por solamente»? O de las llamadas telefónicas que nos piden la dirección para llevarnos un obsequio.

Del último supuesto ha habido una abundante cosecha de casos hace unas semanas en nuestra ciudad. Detrás del obsequio, un librito de cocina, venían muchos regalos más: vajilla, fotocopiadora, máquina para cocinar ¡hasta un diván de masaje! Claro que a renglón seguido y como sin darle importancia venía el meollo del asunto: tratar de colocar una, dos, tres y ¡hasta cuatro enciclopedias! a la misma persona. Todo ello, según el vendedor, no tenía apenas coste: dos enciclopedias eran solamente dos mil euros a pagar en catorce meses.

Sabemos casos de personas mayores que amablemente admitieron en su casa al vendedor y se vieron agobiadas por la charlatanería y el embarullamiento de éste. Que firmaron un papel que ni se entendía y dieron un puñado de euros. Cuando después hicieron una reflexión sobre aquel disparate y pasó la Semana Santa, ya era tarde: habían hipotecado media pensión durante catorce meses por algo que no les servía para nada. E incluso en un determinado caso, y nada más salir el primer vendedor, vino un segundo de la misma editorial, o franquicia de ella, de sobra conocida en Oviedo, con otras dos enciclopedias insistiendo en colocarlas también. Pero en este caso su actitud llegó hasta manifestar un gran cabreo y un menosprecio hacia el comprador porque no las adquiría. Aquí se llegó casi al límite de Juzgado de guardia.

Ya se sabe que los tiempos pueden ser difíciles para las ventas. Pero produce vergüenza ajena y a uno le parece imposible que pueda haber editoriales que, si son serias, recurran a métodos tan agresivos para vender sus enciclopedias aferrándose a un plazo inexorable de siete días en un documento casi ininteligible.

Todo esto, tan lamentable, ya ha tenido repercusión en la prensa diaria, y pensamos que debe haber alguna forma de evitarlo, que exista una defensa para el comprador ante este hostigamiento. En particular para personas de edad que, al estar solas, puedan ser víctimas fáciles del acoso de estos vendedores faltos de ética.

Ante estos hechos totalmente verídicos y que podrían crear una justificada alarma, los afectados deberían agruparse y obrar en común en su propia defensa.

Antonio Ramírez Benéytez

Oviedo