Despertar la necesidad de conocer la comarca parece ser el objetivo que persigue un libro recientemente publicado por la historiadora María Dolores Alonso Cabeza, «El concejo de Siero en sus fiestas. Datos de su historia», en el que se recogen todas las fiestas, las que se celebran y las que se celebraron durante siglos en el municipio.

La publicación que ahora tenemos al alcance de la mano, se puede considerar como única y esta llamada en el futuro a ser un referente para todas aquellas personas que están interesadas en el conocimiento de la historia de Siero, ya que nos ofrece datos de interés sobre cualquier celebración en el concejo.

El libro, a lo largo de las 300 páginas de que consta, evidencia graves errores. Y mostré mi extrañeza precisamente porque fiaba en la capacidad competencial de María Dolores, a quien adornan múltiples virtudes y valores, entre otros su indiscutible altura intelectual, su afición por el estudio de las cosas de Siero y el rigor y seriedad que distinguen sus trabajos siempre apoyados en la base documental, biográfica y testimonial.

Y hete aquí, que en este volumen ese nivel de rigor y seriedad se echa de menos, y sin querer hacer una valoración negativa de su obra, considero necesario efectuar las procedentes observaciones, ya que en el texto dedicado a la parroquia de Vega de Poja se pueden encontrar varios errores, alguno tan evidente que parece obedecer a un propósito deliberado.

Dice la autora en su libro, que la Virgen de Bienvenida fue robada y se encontró en la Pola hace años, lo mismo que el Cristo, y que éste una vez recuperado fue sometido a restauración. Dicha expresión es profundamente desacertada y muy alejada de la realidad, ya que el Cristo de Bienvenida nunca fue robado, esto es tan obvio (al menos para mí) que no precisa comentarios.

No era mi intención narrar los hechos acaecidos, pero lo hago porque el caso es de gravedad y es un derecho a que se les explique. Por tratarse de una talla de madera de finales del siglo XVII que se encontraba en el más completo abandono, para erradicar el peligro de que se perdiera con licencia de ordinario y por persona debidamente acreditada y titulada, acondicioné un proyecto de conservación y restauración de la imagen, haciéndome cargo de todos los gastos que implicase la obra. Para ello se contó con Mónica Cepa, que nadie ignora que es una excelente restauradora, con quien la parroquia de Vega de Poja siempre estará en deuda: licenciada en Bellas Artes, especializada en restauración de obras históricas, llevó a la práctica el proyecto de conservación, que contó con varias fases. Los trabajos se iniciaron en la capilla de Santa Lucía en el barrio de Vega y para facilitar la labor de la restauradora y evitar el largo desplazamiento, se consiguió un local en la Pola, cedido desinteresadamente por el párroco, don Juan Bautista. El traslado de la imagen al nuevo taller es para unos vecinos del pueblo un robo, del que me hacen culpable, como también al párroco de la Pola y a la restauradora, a la que ya no le dejan concluir los trabajos, obligan el retorno a la capilla de Vega de la imagen y la ocultan durante un año.

De este relato tan sencillo, dígame dónde se da a entender que el Cristo fue robado. Creo, María Dolores, que se le ha colado una concepción extraña en su libro, un error grave que señala el robo del Cristo, que a mí me fue imputado y se ha quedado como un catarro mal curado.

Decirle entonces, señora, que cuando uno recuerda debe recordarlo todo, y si no al menos callarse «por si acaso» hay alguien que recuerda, y un diagnóstico a un asunto grave debe ser contrastado por diferentes opiniones, y lo que no es admisible, por injusto, es la ignorancia de quienes sin mayores contemplaciones, manchan el honor de las personas.

Benigno Martínez-Fuego

Mercenado (Siero)