León / Mieres, Efe / A. V.

Media decena de expertos se pronunciaron ayer contra el proyecto para construir la línea eléctrica Sama-Velilla en una reunión celebrada en la Universidad de León. Los ponentes ofrecieron razones económicas y medioambientales para justificar su oposición a un tendido que no consideran necesario.

En la sesión, el profesor de Economía Financiera Julio Lago, que ha efectuado un estudio sobre esta línea, explicó que, según los datos oficiales de Red Eléctrica Española (REE), en el país hay suficiente capacidad de generación para atender la demanda de kilovatios y «no hay necesidad de este tendido eléctrico». Además, Lago hizo alusión a la comparecencia del ministro Miguel Sebastián en la Comisión de Industria del Congreso celebrada en julio donde, según el profesor, reconoce que España tiene exceso de generación en materia de energía eléctrica.

Entre los expertos que valoraron el proyecto de Sama-Velilla, el catedrático de Zoología en la Universidad de León, Francisco Purroy, explicó las afecciones del tendido para la fauna, con especial atención al urogallo cantábrico y al oso pardo, especies que se encuentran en peligro de extinción.

El experto en fauna carnívora Benito Fuertes señaló también que esta construcción no es sólo la infraestructura de torres y cables, sino de grandes caminos de acceso que suponen «una superficie de deforestación enorme». Fuertes criticó además que dentro del estudio de impacto ambiental participe personal de la propia empresa promotora, «por lo que pone en entredicho la imparcialidad del informe» y «nace con una conclusión hecha». El experto aseveró que el estudio de impacto considera que la afección al paisaje «es moderada o moderada-severa, cuando debería ser crítica».

Por último, la geóloga Esperanza Fernández advirtió sobre el riesgo de alta concentración de metales pesados y sustancias tóxicas que contienen las pinturas de las torres de alta tensión, y que a causa de las lluvias y de la propia atmósfera, «esos elementos caen al suelo y de ahí pasan a las aguas subterráneas a través de las rocas, a la vez que, de alguna manera, esas sustancias acaban en los ríos con los que se riegan los alimentos».