Levinco (Aller),

C. M. BASTEIRO

Josefa Ramona Tejón (Pola del Pino, 1938) es un ejemplo de tesón y trabajo. Esta allerana, de 72 años, ha dedicado toda su vida al campo y a la ganadería, y la Asociación de Mujeres Campesinas de Asturias (AMCA) la distinguirá, el próximo 8 de marzo, como «Abuela rural del año». Allerana de pura cepa, nació en la Pola del Pino y se mudó a Levinco cuando se casó. Allí sigue viviendo.

-¿Cómo se siente después de ser elegida «Abuela rural del año»?

-Merecer lo merezco, ha sido una vida de trabajo duro. Pero también se lo merecen más mujeres, hay muchas en Asturias que podrían obtenerlo, no soy la única.

-¿Cuándo empezó a trabajar en el campo?

-Desde que me acuerdo, desde que tenía uso de razón. Me parece que empecé a los 7 años.

-¿Cómo era el trabajo por aquel entonces?

-En la época que me tocó a mí era muy duro, más que ahora. Trabajábamos todo a mano, no había ni las herramientas ni la maquinaria que hay hoy en día. Todo era muy distinto.

-¿Le hubiera gustado dedicarse a otra cosa?

-La verdad es que fue lo único que nos enseñaron. No fuimos a la escuela, porque no teníamos medios suficientes. No conocimos otra vida, así que no puedo opinar.

-¿Sigue dedicándose al campo?

-Ahora mismo acabo de llegar de limpiar la huerta.

-72 años muy bien llevados...

-No crea. Tengo mis achaques. Estoy muy trabajada.

-Dicen que además de trabajar en el campo se dedicaba a arreglar el pelo a los vecinos?

-Mi marido trabajaba de carpintero. Tuvimos cuatro hijos, así que todo lo que pudiéramos hacer por mejorar la economía de la casa era poco. También cosía.

-¿Hacía de modista para otras familias del pueblo?

-No, para afuera no, cosía sólo para casa. Lo primero, no había ropa para comprar como hay ahora, así que siempre les hacía los vestidos, o los calcetines a los nenos, lo que hiciera falta. Hacíamos por nosotros mismos todo lo que podíamos. Hasta hace un año tampoco entró un pintor en mi casa, me apañaba yo para hacerlo.

-Dicen que es usted un ejemplo para las mujeres de hoy.

-Bueno, lo que pasa es que eran unos tiempos en los que tenía que ser así por necesidad.

-¿Recomendaría a las jóvenes que se dedicaran al campo?

-No, porque es mucho trabajo y está poco remunerado. Bueno, poco remunerado estaba antes, ahora ya casi nada. Lo único que hace el trabajo en el campo es empeñarlo todo, ni tienes tiempo ni te haces de oro.

-¿Cuándo descansaba usted?

-No descansaba ni sábados ni domingos ni festivos. Eso no existía. No recuerdo haber tenido unas vacaciones en toda mi juventud. El único momento en el que podías quedarte en casa eran los días que nevaba, porque no se podía salir a trabajar.

-¿A qué hora empezaba la jornada?

-Me levantaba muy temprano, al amanecer, e iba a ordeñar las vacas para dar el desayuno a los nenos con leche fresca. De aquélla no había tienda cerca para ir a comprarla. Después los llevaba a la escuela e iba a atender a las vacas. Iba a recoger a los críos a mediodía, porque de aquélla tenían clase también de tarde, les daba la comida, que ya estaba preparada, e iban a la escuela otra vez. Por la tarde, vuelta al campo a seguir trabajando y a atender a las vacas, y de noche volvía para hacer la cena y dormirlos.

-En general, ¿han mejorado las cosas ahora?

-Hoy en día tenemos todas las comodidades, pero todos nos ahogamos en un vaso de agua. Si viviéramos como entonces, otro gallo cantaría. Sin lavadora, sin pañales...

-Pero ¿no le parece mejor esto que lo de antaño?

-Claro. La juventud, ahora, tiene otra vida. Estudian, ven mundo... y así tiene que ser. Gracias a Dios, todo evoluciona, y que sea así siempre porque con lo que viene...

-¿Habla de la crisis?

-Sí. Yo no sé en qué parará esto, de momento me bajaron la pensión. Ojalá se quede ahí, que no retrocedamos ni un año.