Mieres del Camino,

Andrés VELASCO

«Desesperado». Ese es el estado anímico de Jorge Javier Ríos, un joven mierense de 36 años que lleva luchando casi un año por poder compartir su vida con la mujer que ama, con la mujer con la que se ha casado. El inconveniente: la nacionalidad de su esposa. Ella, Dulce Eloísa Milagros Ventura, tiene 34 años y es natural de la República Dominicana, país en el que la pareja contrajo matrimonio, y en el que ella permanece, ya que el consulado español no ha aceptado su solicitud para validar la unión en España. Jorge Javier Ríos ya ha recurrido la decisión, ha enviado una queja al Defensor del Pueblo y hace lo imposible por conseguir vivir junto a su esposa. «Es una situación de impotencia, porque queremos demostrar que nos queremos y que esto no es ningún matrimonio de conveniencia», afirma el mierense, que no dudará en irse a vivir al país latinoamericano si la justicia española no resuelve su caso en un tiempo prudencial, y no en los 18 meses que le han dado de plazo.

Como toda historia de amor, esta también tiene su inicio. Jorge Javier Ríos relata que se conocieron en Internet. «Fue en las navidades de 2007, yo estaba de baja en mi casa y nos conocimos a través de una red social. Pasábamos horas y horas hablando por Internet y eso a pesar de la diferencia horaria. Poco a poco nos fuimos conociendo y enamorando», recuerda. «Comenzamos a hablar por teléfono y nos dimos cuenta de que estábamos enamorados», asegura el joven. Así, en el verano del 2008, este mierense cogió la maleta y cruzó «el charco» para conocer en persona a la que sería su mujer. De un plumazo se plantó en San Francisco de Macorís, la localidad dominicana en la que vive Dulce, y allí pasó un mes, junto a ella, su hija de un matrimonio anterior, y su familia. La cosa iba viento en popa, pero todo lo bueno se acaba, y Ríos tuvo que regresar a Mieres para trabajar.

Como dos enamorados, siguieron manteniendo el contacto diario, vía internet y teléfono, con los costes que eso les supuso. En febrero de 2009, coincidiendo con que se le acabó el contrato laboral, Jorge Javier volvió a emprender rumbo a República Dominicana, donde comenzó a convivir con Dulce. En agosto de ese mismo año, vivieron unos de los días más felices de su vida: su boda. Con la idea de tener una vida mejor, tanto ellos como la hija de Dulce, acudieron a la semana siguiente al consulado español en Santo Domingo, con el fin de dar validez a su matrimonio en España, para poder trasladarse juntos. Y ahí comenzó la pesadilla.

El mierense explica que «para que te den validez al matrimonio, ya para empezar, en el consulado te piden infinidad de documentos que a mí me tuvieron que compulsar en España a través del Tribunal Superior de Justicia de Asturias y del Ministerio de Justicia, entre otras administraciones». Entre unos trámites y otros, Jorge Javier Ríos tuvo que regresar en octubre de nuevo a Mieres para volver al trabajo, y dejó a su esposa en su país. Tras una espera de varios meses, llegó el turno de las entrevistas personales para validar el matrimonio. En diciembre, fue Dulce la que tuvo que responder primero «a 200 preguntas sobre mí, sobre mi familia, sobre mis antepasados, y sobre geografía de España y Asturias, que incluso en algunos casos igual hasta yo hubiera fallado». Un mes mas tarde, a mediados del pasado mes de enero, llegó el turno de Jorge, al que en Mieres interrogaron sobre las mismas cuestiones relativas a su mujer.

La sorpresa negativa llegó el pasado 10 de marzo, cuando citaron a Dulce en el consulado español en Santo Domingo. «Ella fue encantada, puesto que cuando te citan es para darte el libro de familia, lo que significaba que por fin íbamos a poder iniciar una vida común en España», revive con tristeza Jorge Javier Ríos. «Sin embargo, lo que le dieron al llegar fue un sobre con la denegación de la convalidación del matrimonio, con una carta estándar en la que decían que habíamos fallado preguntas en la entrevista y que consideraban que lo nuestro era un negocio económico y de inmigración», señala. Para ellos, el golpe fue tremendo. «Teníamos incluso la autorización del padre de la hija de Dulce, que tiene tres años, para que la niña viniera con nosotros a España», asegura.

Así, comenzó una batalla legal que le tiene desesperado. «Inmediatamente presenté un recurso en el juzgado de Mieres para que lo remitieron al Ministerio de Justicia, pero hasta el martes pasado (11 de mayo), no recibí el número de expediente de mi reclamación, que por otra parte, me dijeron que iba a tardar en tramitarse entre 15 y 18 meses», afirma Ríos, quien además denuncia un trato vejatorio por parte de los funcionarios del ministerio. «Incluso llegaron a decirme que lo que tenía que haber hecho era casarme con una estadounidense», relata indignado.

Ante esta situación, Jorge Javier Ríos está atravesando una difícil coyuntura, que le ha llevado a tener que medicarse, por prescripción facultativa, contra la depresión. «Esta situación es insostenible, no entiendo porque no nos creen», afirma, al tiempo que quiere dejar claro que «mi mujer, en los 3 años que llevo conociéndola, nunca me ha pedido ni un sólo euro, y si está conmigo es porque nos enamoramos y punto». «Ella es profesora, y tiene un sueldo con el que se arregla para ella y la niña», afirma. «Yo he visto en República Dominicana matrimonios de hombres de setenta años con niñas de veintitantos, y a esos si que les dan el libro de familia», denuncia un indignado Jorge Javier Ríos.