Ahora resulta que sindicatos y expertos ponen en entredicho la transparencia del sistema de contratación del Principado. No me puedo creer que hayan tardado tanto en caerse del guindo cuando es algo tan evidente. Y no sólo en el Principado. Lo de los ayuntamientos clama al cielo. Son relativamente comunes los casos de adjudicaciones a quienes ni mucho menos presentan las mejores condiciones. También se ha hecho tristemente habitual que empresas con un lamentable historial en la calidad de sus obras continúen haciéndose con nuevos contratos.

Miren ustedes qué casualidad: lo que todo el mundo sospechaba es oficialmente denunciado justo cuando el mandato de Areces se agota. Antes, durante todos estos años, con un Gobierno regional fuerte, los que ahora critican mantuvieron un escrupuloso silencio, seguramente en previsión de represalias. Pero con Areces en la puerta de salida, los «valientes» por fin se atreven a airear los trapos sucios. Digo yo que ya podían haberlo hecho un poquito antes. Qué enorme cantidad de dinero nos podríamos haber ahorrado. La de adjudicaciones justas que podrían haberse concedido. Cuántos contratos podrían haber sido suscritos con las empresas más competentes.

Que el proceso selectivo está contaminado por el virus político es una realidad palmaria. Y como siempre que interviene la política de bajo fuste que se practica por aquí, ganan unos pocos y perdemos todos los demás. También se sabe que aquellos que osan recurrir las adjudicaciones irregulares ya pueden despedirse de futuros contratos. De ello es consciente el que gana, el que pierde y los que deciden.

Pero lo que hoy me enerva es que unos tipos que llevan años metidos en este tinglado, que conocen el sistema desde dentro, testigos de las interioridades de un procedimiento corrupto, hayan esperado tanto tiempo para dar la voz de alarma, cuando gran parte del daño ya está hecho. Pero bueno, como nunca es tarde si la dicha es buena, lo suyo sería que la polémica sobre las contrataciones públicas no se quedara en eso, otra simple polémica, sino que motivara la reforma del sistema y la investigación de lo sucedido. Mucho pedir, me temo.