La foto es emotiva a tope. Los líderes de Unión del Pueblo Leonés, al mejor estilo de los héroes de Iwo Jima, plantaron la enseña de su patria chica en la cumbre del puerto de Pinos. Aunque los mierenses poseamos las escrituras del lugar y podamos considerar que nuestra propiedad está siendo asaltada, es de justicia reconocer la valentía de esos intrépidos políticos leoneses. Vaya mañanita que fueron a elegir para subir al puerto. Niebla, nieve y un frío del copón. Si observan la fotografía, se darán cuenta de que la bandera que portaban los expedicionarios no ondea sino que está tiesa como un carámbano, más recta que la que dejaron los americanos en la luna. Allí quietos, bajo cero de temperatura y posando para la posteridad. Como Hillary en la cima del Everest, Amundsen en el Polo Sur o el ejército español en Perejil. Pero con peor climatología.

Para mí que los arrojados miembros de UPL, o bien se equivocaron al consultar el pronóstico del tiempo o eligieron un día tan espantoso para evitar toparse con algún mierense que custodiara nuestra propiedad. De hecho, pueden tener la seguridad de que hasta, como mínimo, el mes de mayo, no estamos dispuestos a poner un pie en el puerto de Pinos para hacer valer nuestros derechos y mostrar la característica ferocidad astur. Por entonces, el sol ya calentará y merecerá la pena montar un festolín a nuestro estilo, petado de coches, sidra hasta que chorree por las laderas y pitanza como para un millón de personas.

De todos modos, hay que ser comprensivos con esta gente. Llevan toda la vida soportando a los babayos asturianos en los chigres de Valencia de Don Juan y continuamente denigrados -que si sequías, que si cazurros-. Como los cántabros, avasallados por los chuletones vascos. Fíjense en Rodiezmo: asturianos en masa, bajo y sobre la tribuna. Hubo un tiempo en que iba y hablaba un leonés. Y como todo resultó ser mentira, no se atrevió a volver. Es comprensible que los vecinos nos tengan manía. Podemos resultar bastante cargantes, bocazas y chulos. La babayada de proponer la anexión del puerto de Pinos al Principado de Asturias ha sido la gota que colmó el vaso.