Las instalaciones de Diasa Pharma son la imagen de la caída de un gigante de la reconversión. El almacén y el laboratorio de la antigua factoría, que recibió 2,9 millones de euros de ayudas públicas para su puesta en marcha en el polígono de La Cuadriella de Turón, han sufrido robos y se encuentran desmantelados por dentro. La empresa lleva dos años en liquidación y adeuda más de 200.000 euros a los ex trabajadores. Esta cuantía forma parte de la deuda total de la firma, 21 millones de euros.

La planta de Diasa se está vendiendo a pedazos, pero los propietarios de las naves son los bancos que avalaron la apertura de la factoría. Diasa Pharma surgió de un proyecto encabezado por el empresario Manuel Adenso Iglesias y con la participación de la filial de diversificación de Hunosa, Sadim. Los socios del proyecto tendrán que abonar todos los impagos que resulten de esta fase de liquidación, tal y como ha dictado una sentencia del Juzgado de lo Mercantil número 2 de Oviedo.

La venta de activos, por el momento, sigue en marcha. Una empresa ha adquirido las máquinas dedicadas a la producción y los compradores dieron la voz de alarma sobre el estado de la factoría: «Nos dijeron que dentro de la fábrica faltaban algunas cosas, que alguien estaba entrando a robar», explicaron los vecinos del entorno.

La Guardia Civil asegura que no existe ninguna denuncia sobre estos asaltos, pero las imágenes del interior de la factoría los confirman. Puertas rotas en los vestuarios, cuadros eléctricos arrancados, sin las piezas de cobre, y un inventario que no cuadra. Responsables de la empresa que adquirió parte del material aseguraron que han desaparecido microscopios del laboratorio y algunos muebles del almacén.

Los ladrones, según los vecinos, pudieron entrar por la puerta principal de la factoría. El sistema de entrada estaba regulado a través de un piloto electrónico, que dejó de funcionar con el corte de suministro a las instalaciones. «La puerta estuvo abierta durante meses. Pusieron un candado hace poco y ahora es más difícil entrar», explicaron los vecinos del la zona. Desde que se ha aumentado la seguridad, la entrada está regulada por la administración de la factoría y no se han producido más asaltos.

El final de Diasa Pharma se veía venir, pero nadie sabía que la caída de la empresa sería tan estrepitosa. Los problemas comenzaron a mediados de 2009, cuando la plantilla dejó de percibir su salario. Por aquel entonces, Manuel Adenso Iglesias aseguró que la falta de liquidez respondía a un problema puntual con su socio Sadim, y se comprometió a ponerse al día con los pagos. Pero no fue así, siguieron las deudas, se sucedieron los expedientes de regulación de empleo y, en octubre de 2009, se abrió el concurso de acreedores.

Manuel Adenso Iglesias quedó temporalmente fuera de la empresa, se nombraron administradores para hacerse cargo de la gestión y comenzó un proceso muy largo. La firma, que llegó a tener cien empleados, retomó la actividad con una veintena de trabajadores. «Nos decían que encontrarían un comprador, que aguantáramos, y seguimos trabajando sin cobrar», afirman los miembros de la antigua plantilla.

En marzo de 2011 el Juzgado de lo Mercantil número 2 de Oviedo dictó la liquidación de la empresa. La misma sala volvió a pronunciarse hace cinco meses con una sentencia rotunda: Sadim y Manuel Adenso Iglesias están inhabilitados para administrar bienes ajenos por no velar por los fondos públicos en la quiebra de la empresa. Una quiebra que deja el recuerdo de una promesa de futuro incumplida y unas instalaciones desmanteladas.