Ignoro si el año entrante traerá un pan debajo del brazo, al igual que hacían los niños recién nacidos de antes. Un reto, sí, desde luego. Además, descomunal. Como nación, no deberíamos entrampar más a nuestros nietos con un déficit estrangulador. ¡Que jeta la nuestra!, pues lo conveniente sería transmitir a los descendientes patrimonio en vez de trampas. Pero, aunque cueste sangre, sudor y lágrimas, resulta alentador ver que nuestro alocado sistema de vida está cambiando a marchas forzadas. Esperemos que este cambio sea favorable. Ya no somos los mismos de ayer: el bienestar decrece, los salarios menguan, el consumo se contiene, los recortes están a la orden del día, la austeridad, querámoslo o no, se impone, y nosotros, a la fuerza ahorcan, nos adaptamos a la nueva situación.

Sin embargo, si nos proponemos ver la botella medio llena, las oportunidades que el tiempo presente ofrece para emprender y para abrir el corazón se han puesto al alcance de nuestra mano, esa evangélica mano oculta que trabaja y reparte sin alharacas. La sociedad está cumpliendo y, aunque le duelan las muelas y ruja su estómago, confía en volver a tener pronto una boca saneada y saciada.

Todo esto viene a cuento de que dos asociaciones de solera de Mieres, de mucho peso histórico y muy zarandeadas a lo largo del tiempo, como le ocurre a tantas personas y a tantos proyectos, están necesitando apoyos para vadear el temporal. También para ellas 2014 será un reto que reclama complicidad y colaboración: verse más arropadas en sus actuaciones y contar con más socios, más voces y más músicos. Por un lado, arroparlas recompensa con pasarlo bien, y, por otro, la pequeña cuota anual facilita que incluso se pueda presumir de ser socio de cualquiera de ellas o de ambas a la vez. Por su parte, ellas ofrecen cancha y dan juego a quienes les guste cantar o tocar un instrumento. Atender esta llamada conlleva muchas satisfacciones a cambio del pequeño esfuerzo de acudir a los ensayos para aprender.

No hace mucho, ambas se unieron para ofrecer al pueblo de Mieres el concierto de santa Cecilia en el salón de actos de la Casa de Cultura Teodoro Cuesta. El teatro casi lleno contribuyó a dar esplendor a lo que, de suyo, ya era espléndido. Reconforta, haciendo las cosas bien, ver que el público las aprecia. Sin embargo, el pasado día 20, cuando ambas volvieron a unirse para felicitar la Navidad a los mierenses en la iglesia del Convento, el concierto navideño estuvo a gran altura, pero hubo poco público. Puede que el lugar, la noche fría, la hora tardía y el fallo imprevisto de la publicidad adecuada contribuyeran significativamente al bajón de asistentes. Sin embargo, ello no impidió que el centenar largo de los que acudieron vibrara al unísono con las emociones que esa noche transmitieron las voces del Orfeón y los instrumentos de la Banda de Música. Un hermoso y emocionante concierto de Navidad que lo habría sido mucho más de haber estado el templo lleno a rebosar.

Uno como yo, reflexivo e indagador, se sorprende de que un espectáculo de gran calidad, que exige el esfuerzo continuado de muchas personas y que es un lujazo para cualquier pueblo o villa, no sea valorado y seguido por tantísimas personas a las que afortunadamente les encanta la música y la Navidad. Mi sorpresa se agranda si me paro a pensar que, además, el Orfeón y la Banda de Música son un rico patrimonio de todos los mierenses; que ambas han tenido un pasado laureado; que costó un gigantesco esfuerzo reflotarlas cuando no hace mucho permanecieron en silencio durante unos cuantos años y, finalmente, que en estos momentos de grandes dificultades también ellas corren peligro de desaparecer de nuevo. Los mierenses saben que se trata de asociaciones que, aunque colaboren con ellas, no dependen de las instituciones públicas, sino del pueblo de Mieres.

Como portavoz de AMAN y socio del Orfeón, las dificultades presentes me obligan a hacer un llamamiento a los mierenses para que contribuyan a su afianzamiento y les den nuevo brío. A pesar de las dificultades, ambas están en un momento de plenitud que debe ser potenciado. No trunquemos su trayectoria. Necesitan más cuotas, más cantores, más músicos. No habrá dispendio del poco dinero que necesitan, sino alta rentabilidad. Si Mieres ha sido despojado de tantas cosas a lo largo de los últimos decenios, los mierenses deberíamos hacer piña en torno a las que quedan, sobre todo cuando se pretende que mejore lo que ya de por sí es sobresaliente. Feliz año nuevo. Recibamos al enigmático 2014 a buen ritmo.