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La Universidad controla con sismógrafos las grietas de Boo

El departamento de Geología estudia los movimientos de tierra y alertará a los vecinos si detecta algún peligro

La peña que amenaza con caer, en el barrio de El Picu en Boo. FERNANDO GEIJO

La Universidad de Oviedo ha tomado las riendas para frenar los corrimientos de tierra que está registrando la localidad allerana de Boo. Los problemas surgieron hace años pero se han agravado en los últimos meses, con el agrietamiento de una peña de grandes dimensiones que amenaza con desprenderse sobre el pueblo. Un equipo del departamento de Geología acudió hace unos días a la localidad para colocar dos sismógrafos para medir los movimientos de la ladera. Está previsto colocar otros tres aparatos, que se distribuirán entre la zona media y baja de Boo.

Los primeros sismógrafos se localizan en la parte alta, tal y como habían reclamado los vecinos. El principal medidor está en las inmediaciones de la Virgen de la Peña de El Picu, el lugar más afectado por los corrimientos de tierra. En el entorno se encuentra la roca de grandes dimensiones que amenaza con caer y que, actualmente, es la principal preocupación para los vecinos.

La roca se agrieta muy rápidamente. Si se desprende, resultará afectado en primer término el barrio de La Fontica (situado justo debajo de la peña). Los vecinos temen que, además, el desprendimiento provoque un deslizamiento de la ladera que afectaría a todo el pueblo. "Podría producirse una catástrofe", señaló ayer Miguel Gómez, portavoz de los vecinos.

El segundo sismógrafo se ha instalado en una finca privada, también amenazada por la aparición continua de grietas y desprendimientos, en el barrio de La Vega. Esta zona está muy próxima a Puenxo, el lugar donde hace más de treinta años empezaron los problemas. A finales de los noventa, veinte viviendas de Puenxo tuvieron que ser desalojadas por riesgo de derrumbe.

Las familias se realojaron en un barrio de casas prefabricadas que se levantó en la parcela que actualmente ocupa la cancha deportiva. Fue uno de los episodios más negros en la historia del pueblo y, tras un largo conflicto, el Juzgado dictó que Hunosa debía indemnizar a los afectados. Las grietas, según recogió entonces la sentencia, habían aparecido por la subsidencia minera.

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