Dolores Martínez ve, desde la ventana de su casa en Campomanes, "los destrozos" que ha ocasionado la obra de la Variante de Pajares para permitir la entrada de la Alta Velocidad (AVE) en Asturias. Justo enfrente, un antiguo acceso a la casa de sus vecinos es ahora una pista enfangada. Las fachadas de la carretera general lucen llenas de polvo y el firme está notablemente deteriorado. Es sólo la punta de un profundo iceberg, marcado por la desaparición de acuíferos, daños en espacios protegidos y problemas con el suministro de agua. "Si nos hicieron esto a nosotros, no quiero ni imaginar lo que puede pasar si hacen el nuevo trazado atravesando la región entera", explicó ayer la lenense. Es por eso que la asociación de vecinos que preside, junto a otros siete colectivos de la comarca, han iniciado un movimiento para impedir que el Ministerio de Fomento ejecute el nuevo trazado: una obra que puede costar mil millones de euros y reduciría el tiempo de viaje en tan sólo nueve minutos. Han presentado cerca de un centenar de alegaciones contra el proyecto. Son vecinos para parar un tren.

Lena es el núcleo fuerte del movimiento. No en vano, según Martínez, "llevamos años sufriendo estas obras y consideramos que ya ha sido suficiente". Tres de los cuatro trazados que ha puesto Fomento sobre la mesa incluyen un túnel subterráneo que pasa por debajo de la clausurada mina de mercurio de la Soterraña, rodeada de un territorio altamente contaminado. "Si algo se mueve ahí abajo, habrá una catástrofe", señaló Alberto Cortina, miembro de la plataforma "La Soterraña".

Los vecinos temen que la obra libere arsénico y mercurio y genere un grave daño medio ambiental. La asociación "El Mesqueiru", una plataforma muy activa cuando comenzaron las obras de la Variante de Pajares, se está rearmando. Consideran que la actuación "condenará aún más a la zona rural" . Durante la última semana para presentar alegaciones, recogieron firmas. Consiguieron dos centenares de apoyos: "Podrían haber sido muchas más, pero nos faltó tiempo", señalaron desde la entidad. Sus alegaciones no incluyen ninguna alternativa, ni críticas. Sólo un "no rotundo" a lo que ellos consideran "una nueva atrocidad": "Es impensable que sigan destrozando para hacer una obra que es una chapuza, que no tiene ni pies ni cabeza", destacaron los portavoces de "El Mesqueiru".

Los vecinos no quieren ni oír hablar del paso del trazado por la zona protegida del municipio de Lena. La plataforma en defensa del parque natural de Las Ubiñas-La Mesa también forma parte del frente vecinal y ha hecho hincapié en que el recorrido afectará a los territorios descritos como lugares potenciales para el asentamiento osero. También a espacios incluidos en el inventario del Principado por su riqueza paisajística.

Todas estas reclamaciones se han hecho únicamente en Lena, donde el Ayuntamiento, además de su propia batería de alegaciones, contabilizó más de medio centenar de propuestas y quejas de vecinos. Los vecinos de Riosa, otro municipio por el que podría pasar el nuevo recorrido de la Alta Velocidad, también se han hecho eco de las reivindicaciones. Su principal preocupación está bajo tierra, en las galerías de mina que adornan el subsuelo del municipio.

"El proyecto que está actualmente sobre la mesa no prevé ningún paso alternativo que garantice la seguridad ni ningún plan para acometer la obra subterránea", señalaron los portavoces del colectivo, que también reúne a afectados de Morcín y Ribera de Arriba. Una posición que ha encontrado respaldo en el Ayuntamiento, gobernado por Izquierda Unida. La coalición de izquierdas, a nivel comarcal, defiende que la Alta Velocidad llegue a Asturias a través de una mejorada estación en Pola de Lena. Entre los vecinos, no hay opinión unánime sobre la labor de las administraciones locales. Algunos piensan que los consistorios no hacen todo lo posible, otros que esta vez sí se posicionan y no se dejan embaucar por la frágil promesa del empleo. Ellos están dispuestos a movilizarse si nadie los escucha. Hay vecinos para parar un tren.