Luis Montero, una vida de novela

El dirigente comunista de Lena, que fue prisionero en Mauthausen y regresó a Asturias para reorganizar la guerrilla, protagoniza el último libro de Silvia Ribelles

La escritora Silvia Ribelles, con el libro en sus manos. FERNANDO GEIJO

La escritora Silvia Ribelles de la Vega presentó en el centro de lectura "La Casona" de Campomanes (Lena) su última novela "La vida en un puño", que narra la vida de Luis Montero, comunista asturiano natural de Casorvida (Lena) que llegó a ser el máximo representante del PCE en Asturias entre los años 1948 y 1950. Ribelles, que es historiadora y profesora de español en California (EE UU), ya había publicado hace unos años la biografía de Montero, pero con esta novela ha conseguido "rellenar las lagunas de esa historia oficial, ya que con la biografía tenía que ser veraz".

Montero era tío abuelo de Silvia Ribelles, de ahí su interés por su historia. Explica que en su familia "siempre se habló de forma velada sobre él, porque era el único comunista de sus hermanos, aunque cuando necesitó su ayuda, ellos siembre estuvieron ahí, a pesar de las diferencias políticas". La escritora explicó que Montero "era hijo de ferroviarios; tanto él, como sus hermanos, nacieron cerca de las vías del tren, aunque después se fueron a vivir a Oviedo".

Montero participó en la revuelta de 1934 y se exilió a Francia en 1939. Con la invasión alemana, escapó a Burdeos, donde se puso en contacto con el PCE. Desde esta ciudad se trasladaría primero a Orleans y más tarde a París, donde fue detenido en noviembre del año 1942. Fue entregado a la Gestapo y trasladado al campo de concentración de Mauthausen, en Austria.

En 1945, tras la victoria aliada, regresa a Francia y después le enviarán a España, concretamente a Asturias, para reorganizar la guerrilla. Esta es la trayectoria que Silvia Ribelles trasladó al papel, tanto en la biografía como después en la novela.

Sobre "La vida en un puño", la escritora explica que "no tiene un narrador omnisciente, sino que cada capítulo es distinto". Así, el primero comienza como si fueran unas memorias escritas por una de sus hermanas, "donde intento emular la forma de hablar de esas mujeres de los años 30". En otra de las partes sí aparece el narrador omnisciente, aunque vuelve a cambiar más tarde convirtiéndose en un intercambio de correspondencia entre dos personajes. Incluso hay un capítulo "que es como si una cámara sobrevolase una escena". De este modo, Ribelles utiliza diferentes estilos narrativos "porque así es como me gusta a mi leer una novela". La escritora también tuvo un detalle con el centro de lectura de Campomanes, al que donó una copia de las memorias de uno de los hermanos de Luis Montero, las de Francisco Montero, un ferroviario, "que cuenta cómo fue su vida, desde sus inicios como mozo de estación, ocurriendo la mayor parte de ello en Lena".

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