"Lo que me gusta es salir al monte con la perra y rastrear, cazar o no es algo secundario". El mierense Alejandro González acaba de proclamarse campeón de Asturias de caza menor con perro. Este avezado tirador superó a todos sus oponentes en la prueba que recientemente se celebró en la zona alta de Turón. Aunque vive en Villar de Gallegos, es natural del valle turonés, por lo que jugaba en casa. Aún así, este treintañero, que lleva cazando desde que cumplió la mayoría de edad, no tuvo ventaja: "La prueba se celebró en San Justo, una zona en la que nunca había cazado".

El Campeonato de Asturias de Caza Menor con Perro tiene una estructura simple, lo que no significa que la prueba esté exenta de una gran dificultad. A los finalistas se les dieron cinco horas para peinar el monte y abatir al mayor número posible de perdices. La actividad arrancó a las nueve de la mañana. "Supongo que tuve algo de suerte, ya que todos salieron hacia una parte concreta del monte y yo había optado por ir en otra dirección", explica Alejandro González. Así, se vio solo en medio de inmensidad. Su perra estaba eléctrica y él demostró tener buenas piernas y pulmones para seguirla: "Hay que tener en cuenta que los perros son muy activos durante un rato, pero luego se cansan, ya que mientras tú recorres seis o siete kilómetros ellos igual hacen treinta". Las tres piezas que se cobró le alzaron como vencedor: "La perra encontró rápido las perdices y pude disparar con tranquilidad". Nadie superó su registro y logró alzarse con el torneo regional.

Alejandro González comparte su triunfo con su perra "Tara", de cuatro años y medio. "Salir al monte con ella es lo que me motiva". A este mierense no le gusta la caza mayor, lo suyo es la perdiz y la arcea: "La gente cada vez se tira más al jabalí, pero la caza menor no tiene nada que ver", asegura. A su juicio, son dos formas diferentes de acercarse a la caza. "Si un aficionado a la caza mayor no se cobra presas, en la mayoría de los casos lo dejará, pero nosotros buscamos otras cosas, disfrutar del monte con los perros".

Adiestrar un perro para la caza menor es un arduo trabajo que se prolonga durante unos dos años. Luego hay que tener destreza con la escopeta. A Alejandro González le gusta cazar en los montes de León. Tiene fama de tener buen pulso. Lo que no le gusta es comer lo que caza. Durante la temporada va guardando en un arcón las piezas que se cobra y al final del año invita a familiares y amigos para que se den un festín. Él no participa, prefiere que le preparen otra cosa. Se encoge de hombre cuando le preguntan si le da pena . "No sé, tal vez un poco, pero no me gusta comerme lo que cazo".

Alejandro González, aparejador de profesión, se ha ganado el derecho a participar en el Campeonato de España de Caza Menor con Perro. El problema es que tendrá que sufragarse la mayor parte de los gastos, aunque por suerte siempre hay quien ayuda. "El restaurante El Molín me patrocinara", explica agradecido. Y es que su afición es cara: "Todo es cada vez caro y, además, cada vez hay menos caza". En su caso, las perdices tienen tamaño de jabalíes cuando las mira por la mira de su escopeta.