Es noticia y siendo así (cómo, cuándo y dónde) tiene que ocupar las primeras líneas de esta columna. Nace, por vez primera, en la historia de los Valles del Trubia y del bajo Nalón una editorial para difundir la cultura de la comarca y de toda Asturias. Sus objetivos -dichos quedan- son «...fomentar y animar -nos dicen- a los autores asturianos a investigar y escribir sobre nuestra comunidad inculcando el respeto por nuestras tradiciones...».

Su promotor, César García Santiago, lleva en el tuétano a Grado desarrollando por y para el concejo moscón múltiples actividades culturales y por montera su ascendencia tevergana. A este inquieto y dinámico maestro escolar le parecía que su campo era más vasto que los horizontes que tenía por los alrededores y como la bandera del Larousse (Je sème à tout vent) desea sembrar a los vientos y a las brisas del Nalón, del Trubia y de otros valles páginas impregnadas de literatura y de la idiosincrasia astur. Así, el libro «Cousas del mio pueblo» (Obras breves de teatro de Tito Casado) fue presentado hace unos días en el Club de Prensa de LA NUEVA ESPAÑA y vendrán otras entregas salidas del horno como el buen pan de leña. No podía ser menos y la novel editora ha tomado por nombre La Cruz de Grado (www.edlacruzdegrado.blogspot.com), como uno de los símbolos más emblemáticos del municipio levantado en el siglo XVIII para orientar a los peregrinos que hacia el Campo de la Estela se dirigían por la ruta jacobea.

El campo es muy amplio y varios los proyectos en marcha: un «Album nostálgico para Muros de Nalón», el «Estudio de los hórreos del concejo de Grado», «Las veigas del bajo Nalón», un trabajo en el dominio de «Drogas: la cura y el cuerpo» se unen -sin prisas y sin pausas- en un proyecto lleno de ilusiones. Los Monteserín, Argüelles-Meres, García Lado, P. C. Martínez, Marinas, Bahamonde y otras plumas tienen ante sí la posibilidad de orear al viento sus narrativas y libros de investigación.

Ayer, al salir de Libroviedo, donde se presentaba «Domno», había un manuscrito infantil sobre un mural que decía algo así como: «Si no hay caminos, no hay caminantes». En Grado se abre una senda editorial marcada con una cruz de piedra.