Noreña, Franco TORRE

Casi se ven sumergidos en la oleada de libertad y rebeldía de mayo del 68 en París. Sólo pudieron palpar que algo se cocía en el ambiente. Ahora, 40 años después, muchos lamentan no haber retrasado unas semanas su viaje de estudios.

Treinta y cuatro alumnos de Preuniversitario del Colegio Corazón de María de Gijón se fueron diez días a París, en abril de 1968, encabezados por el padre Vitalino Aller, profesor de Biología y jefe de estudios del centro. Pese a que el colegio estaba ubicado en Gijón, un buen número de alumnos era de fuera del concejo. Y entre ellos estaba un grupo de gente de Siero y alrededores. Entre ellos se encontraba el noreñense Juan José Iglesias, quien cuatro décadas después recuerda con nostalgia las peripecias con sus amigos en aquella primavera parisina.

El grupo llegó a la capital francesa el 14 de abril. Vitalino Aller dio libertad de movimientos a los estudiantes, aunque todos se reunían durante las comidas, que tenían contratadas en los comedores universitarios. Al estar cerrados la mayoría de los comedores por vacaciones, los estudiantes se desplazaban cada día a uno situado en el boulevard Saint Michel, en las proximidades del Barrio Latino, donde comenzaron a percibir que había un ambiente especialmente crispado en los ámbitos universitarios.

«Más que un comedor parecía una asamblea permanente», recuerda Iglesias. «Logramos enterarnos de qué pasaba por un par de españoles que trabajaban en la cocina, y que nos anunciaron que había ese ambiente por un problema en la Facultad».

Fue en las calles donde los alumnos fueron descubriendo lo que realmente se estaba fraguando entre la sociedad francesa, especialmente en el Barrio Latino y La Sorbona, donde las concentraciones eran habituales. Finalmente, los asturianos se enteraron de que había prevista una gran manifestación el día 22, la víspera de su regreso a España, en el boulevard Saint Michel. «Había una multitud impresionante, todo lleno de pancartas y banderas, sobre todo rojas», recuerda Iglesias. «Los seis o siete que íbamos juntos estábamos acojonados. Era nuestra primera manifestación, y encima en París... Mirábamos a todos lados, esperando que apareciera la Policía de un momento a otro».

Pero nadie apareció, y poco a poco los manifestantes fueron soltándose. «Lanzamos gritos de libertad, igualdad y fraternidad, y todo lo que se nos ocurrió, y tras una hora de marcha, fin de fiesta en La Sorbona, discursos que no entendíamos y para casa». Unas pocas semanas después estalló la revolución, y los estudiantes miraban desde la distancia aquellas aceras asentadas sobre arena de playa. Cuarenta años después, Iglesias aún recuerda «aquella sensación de libertad. Éramos conscientes de que nos estábamos perdiendo algo». Ahora, Iglesias y otros dos alumnos, Juan García Morís y Fernando Lorenzo, tratan de reunir al resto de compañeros de aquel «casi mayo del 68».