Manuel Noval Moro

Pola de Siero,

Cafeterías, tiendas de flores, de comestibles, un estanco, una ferretería... un buen puñado de comercios de la Pola se vieron ayer sorprendidos por la habilidad de una pareja de timadores, que sin llegar a sustraer grandes cantidades, hicieron fruncir el ceño a más de un comerciante al darse cuenta de que había sido engañado.

El timo es muy sencillo y rápido. El «modus operandi» que utilizaron en la cafetería La Molienda fue el empleado en el resto de establecimientos. Virginia Torres, la víctima del timo, explicó que uno de los individuos, bien parecido y con buenas maneras, pidió dos refrescos para llevar, y le pagó con un billete de 50. Cuando le dio el cambio, el hombre le dijo que le había dado mal la vuelta. En un movimiento rápido, había retirado un billete de 20 euros, y la camarera se lo repuso.

«Estábamos muy liadas en ese momento, y no lo pensé; pero nada más darle la vuelta y verlo marchar, me di cuenta de que me había engañado», aseguró. Otra trabajadora de la cafetería, María Gutiérrez, fue testigo del timo pero no se percató hasta después.

Salieron, entonces, a avisar al resto de comercios de la calle Marquesa de Canillejas, pero no llegaron a tiempo. Los timadores, que lo habían intentado sin éxito en la floristería Ixia, se dirigieron a la avenida Ildefonso Sánchez del Río y lo intentaron en la carnicería Rodera. En este caso, los empleados llegaron a pensar que habían sido timados, pero al hacer caja, las cuentas cuadraban.

Donde sí tuvieron éxito fue en el estanco de la misma calle. Con el mismo método. La víctima, Ana Díaz, en este caso, ni siquiera se dio cuenta en el momento. Su hermano Daniel explicó que «treinta segundos después de que se fueran nos vinieron a avisar; demasiado tarde». Y subrayó la especial habilidad del timador, que en un movimiento rapidísimo hizo desaparecer el billete, de tal modo que se hacía imposible percibirlo.

No es la primera vez que ocurre este tipo de timos en Pola de Siero. De hecho, otros establecimientos de la misma zona los sufrieron hace unos pocos meses. Es el caso de la confitería La Vallina, donde los timaron hasta en dos ocasiones, dos personas distintas.

Todos los afectados coinciden en que los timadores suelen tener muchísima habilidad, y que nadie está libre de que los engañen. Virginia Torres aseguraba que en su cafetería, acostumbrados como están a la picaresca que crece como la espuma, no suelen caer en este tipo de trampas. Pero en este caso, la suma de la habilidad y el hecho de que eligiera una hora punta, con mucha actividad, para realizar el timo, ayudaron a consumarlo con éxito. La próxima vez todos estarán más prevenidos.