Artista, autor del mural de El Paseín de Candás

Candás, B. FERNÁNDEZ

Candás va camino de perder uno de los murales del pintor local Alfredo Menéndez, el de El Paseín. El poco respeto a la obra callejera, de diez metros de largo y dedicada a la Pascua candasina de 1899, ha molestado a su autor, que se niega a restaurarlo.

-¿No es evitable el deterioro que sufre el mural de El Paseín?

-Tal y como están las cosas ahora, no. El mural se cae a pedazos por culpa sobre todo de los balonazos, y también algún golpe de coche, y creo que en el fondo de la cuestión está la falta de respeto de los padres de los niños, que permiten que sus hijos jueguen contra un patrimonio de Candás. Aunque no son los únicos culpables, también lo es la autoridad policial, que tiene su local al lado, y no ha hecho nada por evitarlo.

-¿Y no bastaría con que se prohibiesen los juegos de pelota en el lugar?

-Me revienta pensar que tengamos que prohibir nada. Es evidente dónde se puede y dónde no se puede dar patadas al balón. Yo preferiría que no se pusiese ese cartel, y creo que hubiera bastado con una llamada de atención de la Policía Local para evitarlo. Es su obligación moral velar por el respeto al patrimonio cultural.

-¿Qué futuro le aguarda tanto a esta pintura como a la de la pared de la fábrica de Albo?

-Van a desaparecer. Su vida es efímera. Sin embargo, yo tengo el orgullo de otros murales que sí permanecerán, como los dos que hay en la iglesia y en los que me volqué especialmente. Sé que el Ayuntamiento desearía que se restaurasen, pero yo no estoy por la labor. Agradezco el apoyo que siempre he recibido del Alcalde y de la concejalía de Cultura, pero la edad pasa factura, y mis manos ya no están para restaurar una pared de diez metros y menos para que dos meses después vuelva a estar cayéndose a pedazos.

-Sus trabajos siempre esconden alguna curiosidad, ¿cuál es la del mural de El Paseín?

-Resultaba imposible reflejar la muchedumbre que acudió en 1899 a la Pascua y al canto de la salve, así que establecí la disposición de una serie de personajes, como si se tratase de una obra teatral. Las casas de detrás carecen de perspectiva, ya que son decorados. Los personajes, muy seleccionados, reflejan diferentes personalidades y actitudes candasinas de la época. Por desvelar una de ellas, si nos fijamos en la niña, tiene rasgos deficientes, ya que había muchos de esos casos entonces por la consanguinidad.