El Berrón, Franco TORRE

«Estaba asomada en la terraza del tercero, justo la que está debajo de aquella con plantas. Llovía a mares, y la pobre no hacía más que llorar, asomada a la terraza, tratando de beber el agua que caía del cielo. Pero le fallaban las patas traseras, y veíamos que no podía asomarse lo suficiente». Esa misma terraza a la que la perra «Reina» se asomaba tratando de beber el agua de lluvia fue la que usaron los Bomberos para sacarla de su prolongado cautiverio, en una vivienda de la calle Peña Rueda de El Berrón, el pasado fin de semana. Los vecinos de la céntrica calle, los mismos que narran la desdichada situación del animal, fueron quienes primero alertaron del estado de abandono de «Reina», liberada merced a la mediación de la Asociación Nacional de Animales con Derechos y Libertad y a la intervención judicial.

Aún en el día de ayer, la historia de «Reina» era el tema principal de las conversaciones en Peña Rueda. Los vecinos de la zona coincidían en el maltrato constante que recibía el animal de su dueño, el joven P. J. M., y los gemidos y el llanto continuado de la perra. «Le debía pegar unas palizas de muerte», sostenía un vecino. Pese a la repulsa generalizada hacia el trato recibido por la perra, los vecinos era reticentes a darse a conocer para no tener enfrentamientos con el dueño.

«Los bomberos ya vinieron el viernes a sacar a la perra, pero no pudieron hacerlo por falta de una orden judicial», sostenía uno de los vecinos de la zona. Según su relato, un coche de Bomberos trató de entrar en la calle, pero al no poder hacerlo, y ante la negativa del propietario a abrirles, valoraron la posibilidad de descolgarse desde un piso superior.

Esa vía fue la que utilizaron al día siguiente, sábado, cuando ya tenían la orden judicial. Alrededor de la una del mediodía, una dotación de los Bomberos y otra de la Policía Local de Siero, acompañados por miembros del Seprona, se personaron en Peña Rueda e intentaron nuevamente entrar en el piso en el que estaba retenida «Reina». «Cuando la sacaron, la pobre perra estaba acobardada, casi la tenían que llevar a rastras, y estaba más delgada que esa farola», comentaba otro vecino. Este relato coincide con el de los veterinarios que recogieron a «Reina» el sábado, que aún ayer recordaban que «nada más ver a un hombre, echaba el culo al suelo y se meaba, asustada».

«Reina» se encuentra ingresada en una clínica veterinaria donde está recuperándose de su confinamiento. En apenas unos pocos días, la perra ya se ha recobrado del estado de deshidratación en el que fue encontrada el sábado y ha ganado un kilo de peso. En la mañana de ayer, incluso se la veía menos suspicaz respecto a los varones.

La perra permanecerá a cargo de la clínica mientras dure su rehabilitación, ya que además de sus problemas de peso presenta daños en las articulaciones, debido a la falta de calcio. En cuanto a las otras heridas, las causadas por el maltrato, sólo se curarán con el tiempo. No parece que la adopción vaya a ser un problema, puesto que una empleada municipal de la limpieza ya se había ofrecido. El dueño nunca accedió.