Villaviciosa,

Mariola MENÉNDEZ

En momentos de crisis del sector azabachero maliayés, Villaviciosa se aferra a sus clásicos. A la memoria de artesanos como Néstor Costales, cuyo trabajo puede visitarse estos días en el teatro Riera.

Néstor Costales Alonso, fallecido en 2000, representa la tradición azabachera en Villaviciosa. Costales se trasladó de su Careñes natal a Argüeru por amor a su esposa, Margarita Morís Ordieres. El abuelo de su mujer, Cristóbal Ordieres, con quien empezó a tallar, le legó el conocimiento de un gran azabachero. No en vano, Ordieres constituyó una pieza clave en el mantenimiento de este oficio y su trabajo fue fundamental en la reintroducción de la artesanía de este lignito en Galicia.

Néstor Costales, a su vez, implicó en el oficio a su esposa. Ella se encargaba de pulir las piezas que realizaba su marido en un taller que llegaba a producir al día unas 300 ciguas (amuleto en forma de mano) que vendían en Asturias y en otras zonas de España y que exportaban a mercados como el estadounidense.

Desde la asociación para el desarrollo de la azabachería asturiana Acebache destacan que Néstor Costales «fue uno de los primeros azabacheros tradicionales en incorporar el motor a su taller», aunque comenzó trabajando con las herramientas de toda la vida: navaja barbera y taladro de ballesta. Una muestra de aquellos instrumentos se exhibe estos días en la exposición que estará abierta al público hasta el domingo 23 en el teatro Riera.

Junto a estas herramientas se puede contemplar una completa colección de artículos elaborados con azabache, muchos de ellos obra de las manos expertas de Néstor Costales y cedidos por la familia para la citada muestra. No faltan diferentes pendientes, cuidados collares, llamativos colgantes y fieles reproducciones en miniatura de manzanas, madreñas, castañuelas, dados, yugos y colmillos. Tampoco falta la representación animal con una piara de pequeñas dimensiones o una importante pieza con forma de pez. Otros artesanos de la asociación también lucen sus artículos más destacados en esta exposición.

La familia de Néstor Costales se siente agradecida por este primer homenaje que recibe el fallecido artesano. Su hijo José Ramón evoca que «siempre me decían que cuando aprendí a caminar fue encima del azabache». Agrega que su padre «necesitaba otros trabajos para poder sobrevivir», ya que, como otros muchos artesanos tradicionales, tenía que compaginarlo con las labores del campo. Al menos tenían material con el que trabajar.