Pintor estadounidense de grandes murales, proyecta uno para el puerto de Candás

Candás,

Braulio FERNÁNDEZ

Eric Grohe es un artista muy particular, una especie de hombre del Renacimiento atrapado en el siglo XXI. Aventurero, pasional y multidisciplinar, ha dedicado cuatro décadas de su vida a pintar grandes murales sobre paredes. Lugares feos que luego han pasado a convertirse en objeto de las cámaras fotográficas de los turistas. Si bien la mayor parte de su obra se circunscribe a su país de origen, Estados Unidos, en los últimos años ha reorientado su trabajo a otras partes del mundo.

Sus murales, como él mismo, son grandes obras épicas, en proporción, pero que contienen temas tan pequeños como el mismo ser humano: amor, honor o libertad. Íntimo en concepto pero grande en escala podría ser la definición de un artista que ha empezado a conocer España por Candás, lugar que podría albergar su primera obra en el territorio nacional. Con ese objetivo en mente puso los pies en la villa durante sus fiestas, llevándose una grata impresión del sitio y de sus gentes. El gran artista americano, al que su país obligó a empuñar un arma durante la guerra de Vietnam, ha encontrado en la capital de Carreño su Pamplona particular. Candás ha encontrado en él a su Hemingway.

-¿Qué impresión se lleva de Candás tras una semana compartiendo sus fiestas?

-Estoy encantado con esta villa desde el mismo momento en que puse un pie en ella. Yo mismo he vivido un romance con Candás. Conocer sus fiestas y, sobre todo, a su gente no ha hecho más que reforzar ese sentimiento. Habitualmente acudo a distintos lugares del mundo por motivos de trabajo y paso en ellos bastante tiempo. Mi estancia aquí me ha sabido a poco, ya que me gustaría quedarme más. De hecho, estoy deseando volver.

-Existe la posibilidad de que usted pinte uno de sus grandes murales en el entorno portuario candasín. ¿Qué significaría para usted?

-Este proyecto es para mí una gran aventura, algo nuevo y diferente. Recibo ofertas de todo el mundo para trabajar y debo ser cuidadoso en la elección. Al principio sentí interés por la llamada del Ayuntamiento de Carreño, pero tras la visita, realmente me gustaría poder trabajar aquí.

-¿Por qué le parece diferente el proyecto candasín?

-Es una sensación, un sentimiento. Candás es un sitio diferente de todo lo que he conocido, y también sus gentes, que me acogieron estupendamente. He recorrido diferentes partes del mundo, cada una con su cultura, y esto, sin duda, es diferente para mí. Por ejemplo, me atrae poderosamente el contraste que existe en el municipio entre los espacios industriales y los turísticos. Además, percibo una emoción diferente de las que he conocido hasta ahora. Aquí todo el arte está relacionado con la pasión.

-¿Qué influencias o inspiraciones tiene su obra monumental?

-Mi padre era ilustrador y fue mi primera influencia, pero después he crecido siendo un fan de todas las disciplinas artísticas habidas y por haber. Me cautivan desde las pinturas de Altamira hasta las esculturas de Antón, que, por cierto, me parece increíble la obra que dejó a pesar de morir tan joven. Estoy muy sorprendido por este artista candasín. Yo aprendo un poquito de cada artista, y encima España tiene muchos y muy buenos.

-¿Tiene una idea de lo que podría hacer en Candás?

-Estoy madurando una idea concreta. Lo que más me ha impresionado es el enclave en el que se encuentra la villa, atrapada entre el mar y la tierra, con el monte jalonando la orilla. Ambos, tierra y mar, estaban aquí antes de la existencia de seres humanos, y me inspira una sensación primitiva, donde un hombre representa a la tierra y una mujer al mar, mientras comparten un romance. Eso es Candás, o esa es la historia que pretendo narrar. Me interesa contar la historia de un pueblo, de ahí que trate de documentarme lo más posible. En ese sentido, el hecho de haber podido compartir las fiestas del Cristo me ha permitido conocer el carácter más exultante de las gentes y, además de ser para mí un privilegio, por el que estoy muy agradecido, me ayudará a confeccionar mi proyecto, que lo que pretende es comunicarse con la gente, hacer que sientan cosas al verlo.

-¿Y que podría suponer para el pueblo tener un mural junto al muelle?

-Para sus habitantes significaría tener parte de su historia ahí, algo que los relacionase con su entorno, mientras que para el turismo sería, sin duda, un atractivo.

«La villa me sugiere representar al hombre como la tierra y a la mujer como el mar, maduro esa idea para mi obra en el puerto»