Asturias es un territorio en el que las tradiciones se desarrollan en un cultivo de progreso. Quizá el pasado minero del Principado, en el que el esfuerzo por extraer los beneficios de la tierra -que supusieron sudor y sangre- concedió su carácter reivindicativo a un pueblo que lo mantiene latente, haya propiciado la coexistencia entre la tradición, que le hace ser la cuna del Principado de la corona española, y el carácter progresista de una sociedad que exige una apertura hacia el futuro.

En Nava, que no es uno de los municipios más característicamente marcados por el pasado minero, este momento de crisis ha hecho aflorar una estructura pública (dudo llamarla edificación, arquitectura, estructura, espacio?) en que se refleja esa afortunada contradicción de tradición y modernidad: la plaza de la Najosa. Un espacio cubierto sin un uso concreto que aporta a esta población una curiosa tipología en la que, como sucede en la actualidad con el Panteón de Roma, el uso es lo menos importante y se despega de la tradición derivada del movimiento moderno de una forma para cada uso, un uso para cada forma y cubre un espacio público con una estructura luminosa y capaz sin necesidad de definir con precisión cuál es el uso concreto que se debe desarrollar en él.

Este es el primer aspecto de su encanto, quizá uno de los pocos que en una expresión verbal queden claros en arquitectura, por eso el aspecto que los políticos suelen acentuar como su mayor atractivo. Sin embargo, se podría hacer otra lectura, en este caso paralela, que combina estructura espacial, materialidad y aspecto formal, para lo que es necesaria una somera descripción: la apariencia exterior es la de cinco cajas de metal, cinco cajas aparentemente independientes y desordenadas, la disposición de los huecos no aclara ni el uso ni la configuración del espacio interior, ya que no se aproxima a las tradicionales.

El hecho de entrar tampoco está claro, por el Sur un espacio inferior, vacío y dos rampas descendentes lo separan de la calle, el Norte sí ofrece una apertura, pero por desplazamiento de una de las paredes, la de la caja de mayor dimensión. Al atravesar esta ranura descubrimos que todas las cajas encierran un único espacio y que la iluminación dominante se produce, precisamente, por aquellas partes en que los planos que cierran las cajas más altas se elevan sobre las colindantes. Todo el interior es de austero hormigón visto, como lo que no ha quedado cubierto por la chapa de metal de cubierta y fachadas.

La primera impresión es la de un espacio deportivo, con ventanas, sin medidas reglamentarias ni dibujos en el suelo. Los accesos son libres y tampoco hay un graderío para el público; sin embargo, sí hay una parte más elevada en uno de los extremos; ese extremo tiene otro aspecto que da la clave de comprensión del espacio: la medianería está sin cubrir, el patio de las viviendas de al lado abre directamente a este espacio, luego sí, se trata de una plaza, y la historia del lugar se refleja claramente sobre ella, ¡sin máscaras!

Si se bucea en los espacios urbanos contemporáneos se constata que esta operación es la que se debe llevar a cabo, con una mínima expresión formal, un acertado uso de materiales y un presupuesto moderado. Me recuerda a aquella, en otro contexto, de Anne Lacaton y Jean Philippe Vassal para la plaza de Léon Aucoc en Burdeos, para la que la propuesta fue en sus palabras: «? Hemos propuesto no hacer más que trabajos de mantenimiento, simples e inmediatos: repasar la grava del pavimento, limpiar más frecuentemente, tratar los tilos, modificar ligeramente la circulación?, con el fin de mejorar el uso de la plaza y satisfacer a sus habitantes».

Parece que con ese mismo espíritu, en el caso de la Najosa lo que el arquitecto Faustino J. Fombella se propone hacer es cubrir un espacio público del modo más sencillo y claro posible, el uso lo pondrán los habitantes del lugar, sin embargo, al contrario de lo que sucedía en Burdeos a los Lacaton y Vassal, aquí la intervención era obligada dado el estado anterior, un solar yermo en el que se aparcaba indiscriminada y desordenadamente. La propuesta ha incorporado un espacio de aparcamiento, que está bajo esta plaza y que sigue siendo un espacio abierto. Como plaza se abre un espacio cubierto al uso urbano: encuentros, mercadillos y juegos? deportivos o infantiles.