Ventosa (Candamo),

V. DÍAZ PEÑAS

La parroquia de Ventosa, la más grande de Candamo, vuelve a tener una iglesia como Dios manda. El pasado jueves, los vecinos dieron por inaugurada la rehabilitación del templo, que les ha costado más de 22.500 euros y mucho sudor. Y es que las obras para salvar la iglesia de la ruina fueron, en gran parte, realizadas por los propios vecinos. Cada uno trabajó de lo que pudo y entre todos consiguieron devolver a su templo el esplendor que había perdido años atrás.

El estado de la iglesia de Ventosa era más que precario, explican los vecinos. El tejado se caía, había goteras en el interior, las puertas casi ni se tenían en pie y el edificio parecía abandonado. De hecho, hace más de cinco años que ninguna pareja se casa en la iglesia de Ventosa. «Nadie quería casarse en la iglesia por el mal estado que presentaba», argumentaron los habitantes de la zona el día de la inauguración de las obras.

Hace algo más de un año, los vecinos de la parroquia se unieron para poner freno al deterioro de su iglesia. Poco a poco fueron recabando apoyos y consiguieron ayuda de Cajastur, de Caja Rural, del Ayuntamiento y del Arzobispado, que aportó 4.900 euros. Pero no había suficiente. Así que se optó por solicitar la colaboración vecinal. Todos aportaron una cantidad mínima de cien euros; algunos, mucho más. No hizo falta ir pidiendo casa por casa, sino que fueron los propios vecinos quienes llevaron la iniciativa de la colecta.

Pero, aparte del dinero, los vecinos pusieron mano de obra, algo que también ayudó a abaratar los costes de la restauración. Entre todos retiraron el tejado y picaron y limpiaron las paredes de la iglesia. «Cada uno hacía lo que sabía», unos se encargaban de la luz, otros de limpiar, otros sacaban escombro. Salvo obras concretas, el pueblo rehabilitó la iglesia», explica José Antonio García Vega, alcalde de Candamo y vecino de Ventosa.

El pasado jueves, los vecinos participaron en una misa oficiada por los tres párrocos del concejo. Todos se mostraban más que contentos con el nuevo aspecto de su iglesia porque la veían mejor que nunca y porque habían sido partícipes de la reforma. Tras la misa, el evento se celebró con un pincheo.