Las viviendas sociales de Pola de Siero, su sobrepoblación temporal o la asignación a veces a personas que han contribuido a incrementar la entropía ciudadana en el barrio, han sido motivo de análisis de las asociaciones Mistós y Prau Picón, que buscan la mejora de la calidad de la convivencia vecinal en el barrio de La Luz.

Abundando en el tema de a quién y con qué criterios se conceden estas viviendas, parece sea momento para opinar que los criterios, probablemente buenos, no sean los mejores, y a los hechos nos remitimos. Cuando a un ciudadano poleso, de reconocida bonhomía, con recursos familiares inferiores a los quinientos euros mensuales, de los que tiene que gastarse para tener un techo más de doscientos cincuenta, que además es sexagenario y está enfermo, se le dice que no cumple el perfil para tener derecho a una vivienda social, se le está torpedeando en la línea de la dignidad. Los que creemos que gobernar es tener la voluntad para tomar decisiones en favor del bien, echamos de menos actos de valentía que estén más allá de perfiles establecidos, papeles y demás rollos cosméticos.