Grado,

V. DÍAZ PEÑAS

El edificio del Sagrado Corazón de Grado, otrora centro educativo del concejo, volvió a abrir ayer sus puertas tras una profunda rehabilitación. Los primeros en conocer este espacio llamado a convertirse en el corazón cultural de la villa moscona fueron los antiguos alumnos del centro. Un centenar de personas, venidas de todos los rincones de España, participó en la primera visita oficial a la nueva escuela de música del concejo. La visita no solo sirvió para que los ex alumnos conociesen las modernas instalaciones. La comitiva aprovechó para recordar tiempos pasados en los que la enseñanza carecía de flexibilidad.

«Este es uno de los días más felices para los miembros de la asociación», confesó Javier Prada, presidente de «Amigos de Grado», promotora de la reunión y de la rehabilitación del edificio. Prada explicó que lo que se pretendía era que los primeros en conocer la nueva escuela de música fueran los propios alumnos del centro, los mismos que conocieron estas aulas como colegio y que comprobaron el resultado de un proyecto que ha supuesto mucho esfuerzo y muchos años de lucha. «Ahora sólo falta culminar el sueño con la construcción de auditorio», puntualizó Prada.

Los antiguos alumnos de este centro, en el que dejó de enseñar en el año 1968, recorrieron las tres plantas del edificio y conocieron todas y cada una de las aulas y dependencias de la nueva escuela de música. La visita comenzó en la planta baja, que hace las veces de recibidor y de espacio administrativo y que además cuenta con una cafetería. Acto seguido, los participantes en el encuentro subieron a la siguiente planta y el bajo cubierta, donde se distribuyen las distintas aulas de la escuela.

Los ex alumnos comprobaron cómo los mismos espacios donde ellos aprendieron servirán ahora para educar a los jóvenes en materia musical. Muchos de ellos no pudieron evitar recordar sus años de mocedad y menos aún aquellos momentos que marcaron su período educativo. En estas mismas aulas se formaron, muchas veces, bajo la premisa de que la letra con sangre entra. Al final de la visita, todos los participantes coincidieron en dos cosas: el edificio ha quedado «precioso» tras la rehabilitación y mereció la pena pelear por un sueño ya hecho realidad.