Corren nuevos tiempos para los puertos asturianos, la flota náutico-deportiva se ha ido imponiendo paulatinamente a la de pesca, y las tradicionales artes que se empleaban antaño en las capturas forman parte en su mayoría de los libros de consulta o de historia. Candás no es una excepción a esa dinámica, no sólo regional, sino incluso nacional y europea. El tipo de barcos también ha cambiado, «la flota pesquera va a menos y la turística a más», afirma el patrón mayor de Candás, José Ángel Gutiérrez.

La profesión también se enfrenta a nuevos requerimientos de la Administración en el campo de las especializaciones y titulaciones, un componente que, junto a la dureza del trabajo, también dificulta la incorporación de los jóvenes.

Sea como fuere, Candás ha sustituido su flota de arrastre, de cerco y de palangre por embarcaciones de bajura dedicadas casi por completo al marisco. Nasas y redes son los medios más utilizados por las 7 embarcaciones profesionales que quedan en la villa, en las que hay enrolados unos 32 hombres. El número de capturas ha sido irregular los últimos años y los precios también; la tendencia actual es la baja. En el año 2006 el total de crustáceos, equinodermos, moluscos y peces alcanzó las 16,4 toneladas; el año siguiente fueron poco más de 11; en 2008 se llegó a las 10,2 toneladas y en 2009 se registraron 15,6 toneladas con un valor global de 208.678 euros, frente, por ejemplo, a los 213.060 euros del año 2006.

La capital de Carreño fue conocida durante décadas en todo el Cantábrico por los desembarques de bocarte, sardina, bonito y besugo, pero eso era antes, estas especies hoy casi son testimoniales. Tanto en peso como en valor, las variedades de marisco se han ido imponiendo frente a la captura de peces, los más significativos el rape y la lubina. La industria transformadora candasina que en otras épocas se abastecía de los recursos pesqueros locales también ha sido víctima de la reconversión: unas conserveras han cerrado y otras se han deslocalizado así que, aparte de la firma Remo -única que se mantiene en Candás-, de aquel pasado sólo quedan como testimonio las ediciones gastronómicas de los pescados azules: la sardina (creado el 1 de agosto de 1970), el bonito (julio de 1985) y la Feria Regional de Conservas (iniciada en agosto de 1990).

El auge pesquero candasín hay que buscarlo en el primer tercio del pasado siglo, de modo que por ejemplo, entre los años 1927 y 1933 el promedio anual de capturas de pescado rondaba las 2.730 toneladas, con un valor medio por año de 1.587.000 pesetas. Por entonces, la producción extractiva local tenía como base el pescado azul, es decir el bonito, bocarte, chicharro, aguja, sardina, palometa, parrocha y caballa, entre otros. Entre los 24 pequeños puertos pesqueros diseminados entre Fuenterrabía y Luanco, la villa figuraba en 1931 en quinto lugar, en base a su tráfico en pesetas, tras las de Bermeo, Ondárroa, Santoña y Laredo.

En la primera mitad de la década de los treinta, Candás atravesaba el momento de su máximo esplendor en la pesca y en la conserva, pues además de las especies que se comercializaban por su rula, se importaba otro tanto o más de las lonjas de otros puertos próximos. En 1934 el volumen de la pesca subastada en su lonja alcanzó la cifra de 2.322.487 pesetas, muy superior a las de los demás puertos asturianos, a excepción de Gijón. Su flota la componían entonces 31 vapores, 20 motoras y 45 lanchas de remo y vela que tripulaban 650 pescadores.

Tras la contienda civil, Candás recobra poco a poco su pujanza en la mar; sólo en los ocho primeros meses de 1940 se vendieron en su lonja 1.221.875 kilos de anchoa. La localidad acogía en esos momentos seis fábricas de conserva: Albo, Herrero Hermanos, Hijos de Ángel Ojeda, Pedro J. Portanet, Ortiz y Perán. A ello hay que unir varias fábricas de salazones. Todas ellas daban trabajo a 1.200 mujeres y 250 hombres, en cortos períodos de mucho movimiento pesquero.

Con la instalación de las empresas siderúrgicas en el centro de la región, la mano de obra de muchos puertos asturianos se redirige al sector industrial. Paralelamente, por éste y otros factores comienza un retroceso de la actividad pesquera. Pese a todo, Candás mantenía en 1962 ocho fábricas de conserva. La crisis del sector se acentuaría en la segunda mitad de esa década.

Los desembarcos de pescado en Candás alcanzaban en 1973 (con sólo actividad entre los meses de abril a octubre) un total de 13.788 kilos y un valor de 297.759 pesetas; en 1974 esas cifras descendían a 3.676 kilos que corresponden todos a sardinas (meses de mayo a agosto) y 110.547 pesetas. La sardina, el chicharro y el bocarte siguieron constituyendo las especies más importantes de esta zona (aún lo eran en Candás en 1975, pese al continuo decaimiento pesquero asturiano). La realidad hoy es bien distinta y las faenas del puerto giran principalmente en torno al marisco y las actividades náutico-deportivas.