El insigne llagareru Samuel Trabanco aboga por centralizar en Gijón las diferentes fiestas sobre la sidra que se celebran en la región. Y lo hace apenas un mes después de recibir en Nava el premio a la mejor sidra de Asturias, con el argumento de que Gijón es «mi pueblo» y aludiendo también a la raigambre que ha logrado su certamen en 19 años de vida. Cada uno es muy libre de defender lo que le venga en gana y de reclamar para la gran ciudad costera hasta el festival de la avellana de Piloña o el astur-romana de Carabanzo, si es que lo considera oportuno. Sin embargo, algunos echamos en falta en las declaraciones del principal industrial sidrero de Asturias un guiño a Nava, a esa pequeña villa que hace ya cuarenta años, cuando muy pocos miraban para el llagar, consiguió poner en marcha un festival para la defensa de nuestra bebida, cita que hoy sigue atrayendo a miles de personas todos los veranos. ¿Y si en lugar de en Gijón centralizamos en Nava? ¿No tiene tanto derecho como Gijón?