Logrezana,

Braulio FERNÁNDEZ

Sólo unos días después de que el Ayuntamiento de Carreño anunciase su decisión de paralizar las obras de extracción de materiales por parte de la empresa Reasa en una cantera en Logrezana, con destino a El Musel, los vecinos de la zona han denunciado el incremento en el ritmo de trabajo. Según denuncian, desde que el pasado día 8 se hiciese pública la intención de precintar la cantera de El Cotarón, el número de camiones para el transporte de la roca hasta El Musel se ha multiplicado.

«Veníamos aguantando desde el pasado mes de mayo del orden de 500 camiones al día, pero desde el miércoles pasado rondan ya los 900», explica el vecino de El Cotarón Ricardo Espiñeira. «Ha sido justo desde el día siguiente en que se conoció la decisión de precintar del Ayuntamiento, y ahora están sin parar desde las siete de la mañana y hasta las siete de la tarde», añade. El problema, según denuncia, es que además de la ilegalidad de la actividad promocionada por El Musel, la red viaria del entorno es propia de una zona rural: «Las carreteras por las que pasan los camiones no están en absoluto preparadas para el paso de casi mil al día».

La carretera que lleva desde la cantera hasta el enlace en Tabaza con la que va a Gijón tiene un tramo de poco más de diez años de existencia. «Antes era una carretera de tierra, pero los pocos vecinos que aquí vivimos peleamos para que se asfaltase, y ahora los camiones la han destrozado», lamenta Espiñeira. La carretera está ahora «llena de barro, se hacen balsas, y cuando llueve apenas frenas, además de que ya está cayéndose todo el asfalto. Se va a partir por la mitad de un día para otro».

El vial no se queda solo en la lista de elementos dañados. «El cauce del río Requejada ha desaparecido», clama Narciso Santos, cuyas tierras rodean parte de la cantera de El Cotarón. Según explica este vecino, el río era la división natural, que no oficial, de los concejos de Carreño y Gozón en la zona, pero su cauce ha quedado sepultado por los movimientos de tierra llevados a cabo por las palas. «Ésta es una zona muerta, límite entre los concejos, y muy alejada de sus capitales», apunta Santos, que cree que las excavaciones se han llevado a cabo allí porque «probablemente nadie de Candás iba a llegar a darse cuenta de ello».