Candás / Luanco,

B. FERNÁNDEZ / I. GARCÍA

Las dudas que la Mancomunidad del Cabo Peñas genera entre la clase política de Carreño y de Gozón tienen su espejo en la opinión que del organismo comarcal tienen los vecinos. Algunos no saben muy bien cuál es su función, para otros la piscina es el servicio más popular, pero, en general, piden que se reinvente su gestión para ahorrar costes y optimizar servicios, manteniendo los que sean necesarios. Los vecinos rechazan la posible disolución del ente supramunicipal, porque lo mejor, dicen, es ir de la mano para solventar con mayor eficacia los problemas comunes.

El ente supramunicipal no es muy conocido en Candás. «Uno sabe que si necesita un certificado de empadronamiento, si tiene que pedir una licencia para hacer una obra en casa o si se le ha estropeado la luz a una farola tiene que acudir al Ayuntamiento, pero no sé muy bien qué es lo que podría hacer en la mancomunidad», explica Alberto García. De hecho, ni siquiera recuerda que sus instalaciones, que están en Candás, se encuentran en el edificio del antiguo Ayuntamiento. «Sabía que ahí está la Policía Local y la Oficina de Turismo, pero nunca me acuerdo de que también está la mancomunidad», añade.

Acerca del conflicto que los gobiernos de Carreño y de Gozón viven estos días por el futuro del ente, los vecinos extraen la rotunda conclusión de que mientras Carreño quiere mantener el organismo, Gozón quiere hacerlo desaparecer. «Le sale más caro a Gozón estar en la mancomunidad, porque tiene un presupuesto inferior y paga lo mismo, mientras que Carreño fuerza para evitar que le salpiquen los pufos que hay allí, presionando a los primeros», explica el candasín Bruno Petrelli. En el fondo de la cuestión, que son las críticas de los gozoniegos a la duplicidad de servicios en el organismo, Petrelli tiene claro que «hay puestos de trabajo que no sirven para nada y son un gasto absurdo si ya existe la misma función en cada Ayuntamiento».

La imagen que se tiene de la mancomunidad es oscura, como reconoce Rubén Jiménez. «Creo que son los que gestionan la piscina de Antromero y llevan algo de las oficinas de Turismo, pero no sé nada más, porque tampoco hay una representación visible de ella», reconoce. Como en el caso de Petrelli, a Jiménez le parece que es necesaria «una reestructuración de la mancomunidad, porque en los tiempos que corren hay que ahorrar en gastos, mejor si no son de personal». Porque, en el fondo, entiende que «se trata de dos municipios con mucho en común y que pueden sacar partido de su unión en el futuro, como en el pasado hicieron con la piscina». A Petrelli también le gustaría que la mancomunidad «se mantuviese viva, pero con mayor rentabilidad social, política y económica».

En Luanco los vecinos encuestados opinan que la mancomunidad da puestos de trabajo y promociona a ambos concejos, pero, sobre todo, lo que más identifica al ente supramunicipal es la piscina. «Soy usuaria de la piscina y no me quiero quedar sin ella, no quiero que los problemas económicos de Gozón conlleven más problemas, como ocurrió otras veces. Si Gozón tiene menos dinero es porque no tiene empresas como Carreño», consideró Carmen del Río.

Para Patricia Costales, el organismo es «bueno para los dos concejos, y si peligra se pueden subir las cuotas de la piscina, porque es muy utilizada. Una disolución sería un atraso, porque costó mucho trabajo sacar adelante la piscina, que es el símbolo de la mancomunidad», añade Costales. Luis Alberto Ibias lleva dos años viviendo en la capital gozoniega y la única constancia de la unión de ambos concejos que tiene es la piscina mancomunada de Antromero.

En la calle San Juan de Luanco se halla Rafael Ovies, quien opina que la mancomunidad es un servicio que comparten ambos concejos «para reducir gastos y, como tal, está bien que se mantenga». Ovies reiteró la necesidad de ahondar en políticas que le resulten más económicas a los concejos de Gozón y de Carreño para evitar que ocurra «como pasa en Luanco con el recibo del agua, que una persona que gasta un metro cúbico paga como si fueran sesenta». Con respecto a una eventual disolución del ente supramunicipal, Ovies incide en la idea de que sería un «atraso».

«Se sabe poco de la mancomunidad, porque no tiene una representación visible»

<Rubén Jiménez >

Vecino de Candás

«No sabía que la mancomunidad estaba donde la Policía y Turismo»

<Alberto García >

Vecino de Candás

«Una disolución sería un atraso, porque costó mucho sacar adelante la piscina»

<Patricia Costales >

Vecina de Luanco

«Quiero que sobreviva, pero con mayor rentabilidad a todos los niveles»

<Bruno Petrelli >

Vecino de Candás

«Soy usuaria de la piscina y no me quiero quedar sin ella, como ocurrió otras veces»

<Carmen del Río >

Vecina de Luanco

«La mancomunidad está bien para reducir gastos, por eso debería mantenerse»

<Rafael Ovies >

Vecino de Luanco