Oviedo, Ángel FIDALGO

Al capitán de la marina mercante Santiago Cañedo le llegó la hora de las anclas. El pasado lunes fallecía a la edad de 63 años tras una larga enfermedad que afrontó como los mayores temporales, con dignidad y valentía.

Ayer, en Grado, donde nació, el coro del que formó parte le despidió con dos canciones que él mismo había escogido. Sus cenizas serán lanzadas a la mar próximamente, como dejó escrito, mientras uno de sus dos hijos hará sonar la gaita desde un faro.

Era un marino al que le hubiera gustado vivir en la época de los grandes veleros, pero como el destino le jugó una mala pasada decidió construir una goleta, la «Idus de Marzo», junto con su socio Javier Babé, para que fuera el primer barco español que llegara hasta la Antártida.

El 15 de diciembre de 1982, la goleta «Idus de Marzo» zarpó del puerto asturiano de Candás rumbo a la Antártida, donde llegaron a vivir momentos de verdadero peligro, sobre todo en la isla Decepción, donde vientos huracanados hacían el barco ingobernable.

En la lejana isla del Rey Jorge una placa de bronce recuerda esta expedición, en la que, además de Cañedo, había otros dos asturianos, los biólogos Juan Antonio Martín «Catoño» y Alberto Vizcaíno.

Este último comentaba ayer, emocionado, los últimos días que vivió su buen amigo, en los que no sólo mantuvo una entereza digna de admiración, sino que supo hacer alarde de la socarronería que tanto le caracterizaba.

Antes de la aventura austral, Santiago Cañedo se forjó como marino en distintos barcos mercantes, aunque fue en uno en concreto, el «Carmen III», en el que, siendo capitán, se convirtió en una referencia de la lucha sindical.

En el año 1977, junto con el resto de los tripulantes del mercante, protagonizó una huelga difícil de imaginar en aquella época, en la que las tripulaciones estaban sujetas a la Ley Penal y Disciplinaria de la Marina Mercante.

Entonces, Santiago Cañedo supo jugar un papel importante como capitán y, al mismo tiempo, como marino que luchaba por unas condiciones de vida y de trabajo más dignas en los buques españoles. Las iniciativas puestas en marcha en el «Carmen Tercero» durante aquella huelga marcaron en la Marina Civil el tránsito de la dictadura franquista al régimen democrático. Desde entonces ya nada volvió a ser igual en la flota mercante española.

Pero Santiago Cañedo, como profesional brillante que era, con el paso de los años supo demostrar también su valía en el sector portuario, donde desempeñó la gerencia de las sociedades de estiba y desestiba de los puertos de Gijón y de Avilés, creando una paz laboral difícil de imaginar hasta entonces.

Su amor por la mar le llevó también a crear y a presidir la Fundación para la Protección de los Cetáceos Atlánticos. Y, como siempre fue un emprendedor, en su Grado natal fundó la primera empresa de Asturias de lombricultura para la creación de humus.

El mundo marítimo asturiano ya no será el mismo sin Santi Cañedo.