Candás,

Braulio FERNÁNDEZ

La historia conservera candasina sigue desangrándose. Una de las empresas conserveras más importantes del país, Bernardo Alfageme, propietaria, entre otras, de la firma Miau, se encuentra al borde de la desaparición tras decretar esta semana el Juzgado de lo mercantil de Pontevedra un expediente de regulación de empleo para casi 200 trabajadores. La empresa lleva 101 años operando en Vigo, pero su raíz se encuentra en Candás, donde fue una de las pioneras de la conserva y llegó a ser la imagen del sector gracias a su monumental fábrica situada en el centro de la villa. Bernardo Alfageme inició su actividad comercial en la capital de Carreño hace 128 años.

Alfageme es, además, algo más que una simple empresa. Su fundador, Bernardo Alfageme Pérez, es uno de los nombres más ilustres de la villa candasina y de todo el concejo carreñense por su implicación en la vida social, política y económica. Llegó a Candás procedente de Zamora en la penúltima década del siglo XIX y, tras casarse con una candasina hija de salazoneros, emparentó con la rama profesional que ha hecho de su apellido una dinastía en Asturias y Galicia.

Sus comienzos en la villa fueron modestos. Fundó su primera fábrica en 1882, según el alta de constitución industrial, como aparece reflejado en un trabajo del historiador local Manuel Ramón Rodríguez, «Candás, una villa cantábrica, marinera e industrial», publicado por el Museo Antón. Era una fábrica de escabeches en lo que hoy es la calle Ángel Rendueles.

Esta industria operó hasta 1890, cuando Bernardo Alfageme decide orientar sus pasos al mundo de la política para ser primero concejal del Ayuntamiento de Carreño y posteriormente alcalde entre 1895 y 1897. Fue, además, socio fundador de la empresa Industrial Candasina, la primera que trajo electricidad a la capital de Carreño; pero no acaba aquí su compromiso con la sociedad. Entre los años 1918 y 1921 fue presidente de la Sociedad de Mareantes, actual cofradía de pescadores, y en 1928 la Sociedad de Cultura de Candás le propuso como hijo adoptivo de Carreño, título que le fue otorgado de forma inmediata, como recuerdan los historiadores locales.

Su fin y el de su actividad industrial en Candás llegó poco después, en septiembre de 1936, cuando murió asesinado por el bando republicano en la Ería del Piles de Gijón al poco de comenzar la Guerra Civil. «Era militante del partido reformista que lideraba Melquíades Álvarez, quien, a su vez, era descendiente de candasinos», apunta Manuel Ramón Rodríguez. Su hijo, Hermenegildo Afageme, vendió la fábrica de conservas de Candás a la familia Ojeda y puso fin a medio siglo de actividad conservera en la capital de Carreño, que tuvo presencia hasta en tres fábricas distintas.

La primera fue la situada en Ángel Rendueles, pero tras su paso por el mundo de la política local, y después de regentar un hostal en la calle Braulio Busto, Alfageme funda una nueva fábrica en 1898 con entrada en la actual calleja del Nolo de Candás, que operaba bajo la marca La Legalidad. De ella se conserva una piedra litográfica que aún hoy puede visitarse en la exposición permanente del aljibe del parque de Les Conserveres.

En esta instalación Alfageme inició su camino en la fabricación de conservas, tras la experiencia adquirida con la fábrica de escabeches. Posteriormente, en 1921, da un salto cualitativo, trasladando su actividad al edificio que lo convertiría en un emblema de la industria candasina: el que ahora ocupa el parque de Les Conserveres, y que fue en el pasado una imponente y monumental construcción colonial y conservera de la que sólo quedan en pie los muros del perímetro.

Alfageme había mandado construir esa nueva fábrica en 1919. «Se componía de un edificio principal de oficinas y viviendas, tras la que se situaba la fábrica de conservas, que contó hasta con un centenar de trabajadoras», señala el historiador Rodríguez. Tras esta planta también se ubicó otra fábrica dedicada a la fabricación de sidra achampanada, bajo la marca Alfageme, y en lo que hoy es un parque botánico se situó la vivienda de la familia propietaria, que durante la guerra sirvió de hospital de sangre. Alfageme había conseguido reunir el suficiente dinero para realizar el traslado a esta nueva instalación gracias a los beneficios que una empresa conservera pudo obtener de la posición neutral de España durante la I Guerra Mundial, abasteciendo de alimentos a los países inmersos en el conflicto.

El día en que murió Bernardo Alfageme lo hizo también la empresa que regentaba en Candás, si bien su monumental creación no desaparecería hasta tiempo después. Desde los años cuarenta hasta los setenta la familia Ojeda capitaneó la conservera que adquirieron a los Alfageme, y en 1979, en medio del vacío legal previo a las primeras elecciones municipales, el edificio y la fábrica desaparecieron bajo los escombros, sucumbiendo ante una iniciativa urbanística que luego no prosperó. Ahora, 31 años después, el único vestigio de aquella dinastía que creó un zamorano, hijo adoptivo de Carreño, también está a punto de desaparecer.