Dentro de las habilidades que se van perdiendo está la de tender la ropa. Cualquiera de las señoras que haya tenido acceso a la inapreciable transmisión de cultura doméstica de sus abuelas sabe que en los lugares más visibles del tendedero han de figurar los paños más ricos y los bordados, mientras que en los lugares más recónditos del mismo estarán las prendas íntimas, paños de limpieza de polvo, sábanas con remiendos y demás. Así, la imagen de la casa se realza, aunque la procesión vaya por dentro. Quienes tienen máster en tan sofisticado arte son, en general, los políticos. Sólo hay que observar sus campañas. No se ve calzoncillo alguno ni paños zurcidos. A muchos nos gusta mirar el tendedero desde atrás para saber que tras el satén y la holanda se esconde el cáñamo y el esparto, recordar que las pinzas dejan marca o investigar la lengua de Shakespeare para saber si máster también significa «amo» y «falso amigo».