El Museo de la Conserva que tendrá su sede en la antigua fábrica de conservas Ortiz no tendrá auditorio. ¿Y? ¿Para qué necesita Candás un auditorio? Sólo falta decir que si se hace será un edificio singular de un arquitecto estrella, dentro de esa manía que tienen pueblos, ciudades, villas o comunidades de vecinos de igualarse a los demás. Lo que hay que hacer es diferenciarse y el Museo de la Conserva es una oportunidad única para Candás. Por un lado, servirá para no olvidar una historia industrial de la que la crisis se ha llevado por delante los últimos vestigios. Por otra parte, puede convertirse en un foco de atracción turística nada desdeñable. Si el concejo de Carreño ya es de por sí un lugar excepcional, disponer de un museo de calidad puede ser una de las guindas del pastel. No olvidemos, aunque parezca de Perogrullo, que no hay despensa en el mundo sin una lata de conserva de pescado. Y si las mejores del mundo se hicieron en Candás, habrá que decirlo muy alto y no hace falta un escenario para hacerlo.