Candás,

Braulio FERNÁNDEZ

La ermita de San Antonio de Candás será desmontada piedra a piedra y alejada del acantilado para evitar que acabe arrastrada por los constantes desprendimientos de la zona, que han dejado el abismo a medio metro del templo renacentista, construido en el siglo XVII, emblema de la villa candasina. Ésa es la propuesta de los técnicos municipales una vez constatado el peligro que corre la capilla. Hace un mes, un estudio encargado por el Ayuntamiento aseguraba que la iglesia había sido construida sobre roca, por lo que no estaba en riesgo. Sin embargo, la evolución de los desprendimientos de las últimas semanas ha disparado todas las alarmas.

El desmontaje de la ermita es la solución más factible, a juicio de los técnicos. La otra opción sería «una actuación de estabilización sobre el acantilado», una medida descartada por su «extraordinaria dificultad técnica y operativa». La concejala de Urbanismo, Melania Álvarez, quiso lanzar ayer un mensaje de tranquilidad, «velaremos por la seguridad del bien cultural», y aseguró que el Ayuntamiento ya se había dirigido a la Consejería de Cultura para solicitar autorización para el traslado.

Álvarez apunta que el gobierno municipal seguirá adelante con el plan propuesto por los técnicos de la casa, que tras las últimas supervisiones de la zona de San Antonio han creído necesario alertar del inminente peligro que se cierne sobre la iglesia. «Es necesario actuar urgentemente sobre el templo, antes de que la inestabilidad del terreno circundante provoque la aparición de daños o un deterioro irreversible en el inmueble y sus valores», indican los técnicos en su informe.

La concejala reconoce que «la evolución de los desprendimientos en las últimas semanas aconseja el traslado» y defiende la gestión realizada por el gobierno, siguiendo la recomendación de los expertos: «Los técnicos han actuado con rigor y han hecho un seguimiento pormenorizado de la situación».

Así, pues, si los derrumbes lo permiten, la ermita será desplazada de su lugar actual. El templo será desmontado piedra a piedra, para lo cual será necesario un trabajo previo que certifique el estado actual de la construcción. Posteriormente, se llevará a una ubicación aún por decidir en el mismo monte.

En la actuación no intervendrá la Demarcación de Costas, que ayer se remitía a unas declaraciones efectuadas con anterioridad por su jefe en Asturias, Ramón Galán, aclarando que no se actuará sobre desprendimientos provocados por causas naturales.

La situación con respecto al cabo de San Antonio dio anteayer un giro completo cuando tras la última inspección en la zona los técnicos advirtieron que la capilla se encontraba al borde del risco. «Aunque la roca sobre la que presumiblemente se asienta la cimentación de la capilla presenta un aspecto relativamente estable, continúa habiendo desprendimientos y ha provocado la regresión del borde del acantilado hasta superar a nuestro juicio el margen de seguridad necesario respecto al inmueble», dicen los técnicos.